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Las inundaciones

Por José Antonio Aspiros Villagómez

Agradecidos con tantos familiares y amigos de diversas partes del país que han mostrado interés en saber cómo se encuentran el tecleador y su familia luego de las inundaciones en Tequisquiapan y San Juan del Río, Querétaro, hemos de reconocer que Muye, el dios de la lluvia de los otomíes locales, ha estado muy furioso. Y, también, de enterarnos por las diversas llamadas y mensajes, que el caso tuvo relieve casi nacional.

Los aguaceros de esta temporada han sido abundantes y desbordaron al menos dos veces el río San Juan que cruza sinuoso -y esta vez impetuoso- la cabecera municipal. Se trata de una corriente que nace en Aculco, Estado de México, y luego de recorrer de sur a norte por Amealco, San Juan del Río y Tequisquiapan, confluye con el río Tula en los límites de Querétaro con Hidalgo y cambia su nombre a río Moctezuma hasta descargar sus aguas en el Golfo de México.

Los daños han sido mayores en los dos municipios que son la entrada a la ruta del queso y el vino, pero también en la capital del estado, donde por las inundaciones hubo unas 50 viviendas  afectadas, cierres viales, semáforos descompuestos, caída de árboles y transportes varados, aunque felizmente sin personas lesionadas y mucho menos pérdidas de vidas.

En cambio, en San Juan del Río y Tequisquiapan, aunque tampoco hubo reportes de lastimados o fallecidos, fue necesario habilitar albergues porque dos veces se desbordó el río e inundó casas en algunas colonias cercanas y fueron evacuadas. En la bella Tequisquiapan, cuna de antepasados del tecleador donde fue una presa la que se desbordó, también debieron desalojar los hoteles alcanzados por el agua.

Es justo reconocer que las autoridades estatales y municipales, así como personal militar y de protección civil, acudieron con oportunidad a brindar auxilio con lanchas y transportes adecuados para sacar a los moradores de sus casas con sus principales pertenencias, incluidas las mascotas.

El 1 de octubre, luego de tomar posesión, el nuevo gobernador Mauricio Kuri se trasladó a los municipios damnificados para comprometerse con los habitantes a darles el apoyo necesario. La emergencia se presentó en días de cambio de poderes, y también los nuevos presidentes municipales asistieron e hicieron compromisos.

Cuando a finales de 2016 comenzamos a buscar en San Juan del Río nuestro nuevo hogar, entre las opciones que conocimos figuraron un fraccionamiento de los que se inundaron esta vez, y otro donde se abrió un boquete de cinco metros frente a un par de casas.

Providencialmente tal vez, elegimos un inmueble en la parte alta al oriente de la ciudad, donde si bien los aguaceros y vientos fueron muy fuertes y se nos inundó el patio por insuficiencia de la coladera, lo más lamentable resultaron unas manchas de humedad en el techo a pesar del impermeabilizante puesto pocos meses antes.

Eso sí, hay numerosos baches en las calles, algunos de ellos peligrosos, y hubo inundaciones de consideración en las dos principales arterias citadinas: el Paseo Central que lleva al norte de la entidad, y la céntrica e histórica avenida Juárez, donde las mujeres otomíes del pueblo mágico de Amealco llegan diariamente a vender sus ya internacionalizadas muñecas Lele, designadas a finales de 2019 como Patrimonio cultural intangible de Querétaro.

El fenómeno no es nuevo. En mayo de 2016 una intensa precipitación sí afectó la zona oriente incluida el área montañosa (Cerro Gordo) y la zona industrial, y el escurrimiento de agua hacia la parte baja, al poniente, causó hasta volcaduras de vehículos.

Mientras que, a finales de septiembre de 2017, las inundaciones fueron tan alarmantes como ahora. Un aviso al parecer tardío de la Conagua tomó por sorpresa a los moradores de las colonias vecinas del río San juan, que se desbordó porque no pudo contener el desfogue de la presa Constitución.

Según testimonios de algunos damnificados, el aviso de que serían abiertas las compuertas de la presa llegó al mismo tiempo que las inundaciones y el agua habría alcanzado hasta el segundo piso de sus casas. En esa ocasión, conforme a versiones periodísticas, se habrían visto afectadas unas cinco mil viviendas de 20 colonias y sus habitantes llevados a albergues.

En el caso actual, la emergencia sanitaria por la pandemia hizo más delicada la operación de rescate, aunque por fortuna sin reportes de víctimas. No ha dejado de llover, aunque esporádicamente y con menor intensidad, y pronto volverá la normalidad que, para quienes vieron dañadas sus propiedades, consistirá más bien en una etapa para recibir la ayuda ofrecida por las autoridades.

Ojalá que se tomen mayores medidas preventivas para el año próximo, que por lo visto podría ser otra vez complicado. Ahora se trabaja en resolver la emergencia actual. Gracias, familiares y amigos por su preocupación; ya somos muchos Aspiros y consortes sanjuanenses y todos bien, incluido don Fausto que, a sus 103 años, juega ajedrez en el asilo.