Diviértete
Por Gladys Villalobos*
“¡Diviértete!” Me dijo mi madre con una sonrisa, seguido de un abrazo con todo el cuerpo en la puerta del autobús que me llevaría a mi primera excursión escolar y mi primer viaje yo sola, sin mi familia. Tenía 6 años. Mi madre de cuclillas, su mirada y la mía se encontraban. Nuestro destino fue Knott´s Berry Farm, un parque de diversiones en Los Ángeles, California. La logística era una mamá a cargo de 4 niños. Mi madre le entusiasmaba la idea de ir, pero tenía una responsabilidad más frágil: mi hermano con meses de nacido. Nací y crecí en Mexicali. Este tipo de viajes escolares en abril, con motivo del día del niño, eran lo habitual.
Como escena de película, al concluir de subir los escalones del autobús, antes de doblar a la izquierda, vuelvo mi mirada a mi madre y levanto mi mano para decirle adiós a lo que ella me responde “Aquí vamos a estar cuando regreses”, refiriéndose a mi padre y ella.
¿Qué más podía pedirle a la vida? Me divertí con la entrega de una niña de 6 años y con la confianza de que a mi regreso estarían mis padres esperándome con los brazos abiertos y de buenas. Este momento de mi vida y su recuerdo es un regalo, lleno de significado y de aprendizaje. No hubo drama de por medio, ni pesimismo, ni condicionamientos, ni advertencias, solo llevaba una encomienda: divertirme y todo lo que representa: pasarla bien, ser feliz, gozar a vida, vivir el presente, confiar en la incondicionalidad del amor. Ellos estarían ahí a mi regreso y estuvieron. Como muchas otras veces, estuvieron y siguen estando. Cada uno de ellos en su plano, mi padre en la tierra y mi madre en el cielo. Lo sé y lo siento.
“Diviértete” es una palabra que en mi mente va y viene de manera habitual, en voz misma de mi madre. Tantas veces lo olvido y dejo de hacerlo y me subo al tren mundano del drama y de la victimización. Luego me rio de mi y de mi capacidad histriónica. Me veo al espejo y digo “Hay que pena contigo”, me hago consciente, me doy un apapacho y uso todos mis recursos para salir yo y mente de ese estado mental.
“La gente raramente triunfa a menos que se diviertan haciendo lo que hacen” frase de Dale Carnegie que recibí en días pasados acompañado de un “buenos días” de Estela, una compañera de Just con quien hago equipo. “Que te diviertas mucho haciéndola” me dijo Ofelia, una virtuosa mujer a quien voy a elaborarle una cortina de macramé. “Tu diviértete” me dice Carmen, una sabia mujer, amiga y alumna de yoga, ante mi disyuntiva que vivo a veces entre el hacer y el ser.
Todo lo anterior en menos de 10 días. La señal es muy clara. La vida es muy corta, impermanente, generosa en sus señales, abundante en sus bendiciones, pero con fecha de expiración. En mi caso, solo en el gozo que da la diversión toco la creatividad, la diversidad, la valentía y la confianza. Toco la divinidad en mí, como dice Julia Cameron.
Este texto se lo dedicó a la mujer que me tomo esta foto en un preciso momento de gozo pleno, Bereniz Abril, mi compañera de aventuras y desventuras durante 8 años. Uno de los regalos que la vida me tenía en la CDMX. Acaba de mudarse a Chile. Allá escribirás nuevos capítulos en tu historia y a la distancia, siempre te acompañare. Nos vemos pronto.
“Lo Extraordinario de lo Cotidiano”, un espacio donde cada día es un motivo. Valoro tu tiempo.
*Cachanilla de nacimiento, comunicóloga de profesión, amante del cuerpo por vocación. Crecí análoga, me convertí digital. Asesora en Comunicación, Redactora de Contenidos, Fotógrafa. Mi sitio: gladysvillalobos.wordpress.com/
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