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Por Gladys Villalobos*
Transcurre agosto. Esta semana ya vi los primeros indicios de Navidad en una tienda de manualidades de esta ciudad en donde ofrecen cursos gratuitos para que elabores tus propios adornos o bien, aprendas y vendas. En una época en donde la economía se ha visto afectada a diferentes proporciones, este tipo de acciones son bien recibidas y aprovechadas.
Desde tiempo atrás, reflexiono y comparto, el beneficio de compartir lo que vivimos. Dichosas las personas qué como yo, contamos con seres queridos con quienes podemos compartirnos, sincerarnos y dejar ver nuestro lado más luminoso y nuestro lado torpe, como lo traducen los budistas. Nuestra luz y nuestra oscuridad, nuestro lado angelical y nuestros demonios que eventualmente vienen de visita. Saber que la sinceridad del momento no cambiara la percepción que se tiene de nosotros, al contrario, apreciarán nuestra basta humanidad.
Desde mi experiencia, compartir me ha resultado gratificante y amplia mi visión del momento, de lo vivo. Escuchar otras historias, otras experiencias, opiniones sobre un mismo suceso nos puede ayudar a valorar, resignificar o ver otras aristas de un mismo suceso o emoción hasta el momento imperceptible. Esta semana he vivido con tres mujeres cercanas este ejercicio de escuchar y ser escuchada. Somos encantadoras, las mujeres siempre tenemos tanto que compartir. Soy afortunada y querida, lo sé, lo siento y ellas también.
Es cierto que al compartir estamos aceptando el escuchar, el recibir, una retroalimentación, con madurez y respeto. Luego sucede qué si no nos gusta lo que escuchamos, se fractura el vínculo, Entonces, si te sabes con una madurez frágil o un estado de ánimo vulnerable, mejor ni preguntes o advierte que no quieres comentarios, mantén a salvo tu relación. Dado a lo anterior, desde el mismo tiempo atrás he intentado como ejercicio personal la contención a mis comentarios. Reconozco que mi naturaleza es así, reactiva a veces, lo reconozco, en el sentido que escucho y ya estoy procesando, pensando, analizando y tengo ya alago que decir. Trabajo en ello, en preguntar “¿deseas saber mi opinión?”. No es sencillo, pero vale el acto. Con ello me he salvado de algunos conflictos.
“El peor problema de la comunicación es que no escuchamos para entender, sino que escuchamos para responder “. Alguna vez leí esta frase, a la fecha desconozco su autor. Me hizo pensar, observarme y me di cuenta de que deseaba modificar ese hábito. Sigo trabajando en ello. En tu vida ¿tu entiendes o respondes?
Antes de concluir deseo extender una felicitación con unos días de retraso, pero con el mismo cariño de siempre a mi primo, compañero de juegos de la infancia y lector, Jorge. Si cierro los ojos y pienso en mi niñez aparece el, su sonrisa transparente y su kara tegui. Que Dios cuide tus pasos y tu vida sea todo lo que tu corazón anhela. Te quiero.
“Lo Extraordinario de lo Cotidiano”, un espacio donde cada día es un motivo. Valoro tu tiempo.
*Cachanilla de nacimiento, comunicóloga de profesión, amante del cuerpo por vocación. Crecí análoga, me convertí digital. Asesora en Comunicación, Redactora de Contenidos, Fotógrafa. Mi sitio: gladysvillalobos.wordpress.com/
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