Franquicias electorales (I)
Por Francisco Ruiz*
De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, una franquicia es una concesión de derechos para la explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a una o varias personas en una zona determinada. Si aplicáramos este concepto al escenario político-electoral, nos encontraríamos con que cada partido político nacional cuenta con “franquicias” distribuidas en el territorio mexicano. Sin embargo, es importante especificar que, como en la iniciativa privada, existen franquicias sumamente exitosas, otras de “medio pelo” y unas que de plano terminan expirando.
Si utilizamos como ejemplo los institutos políticos -aunque algunos estén por iniciar su proceso de desaparición-, de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE) aún existen el Partido Acción Nacional (PAN, cuyo registro data de 1946); el Partido Revolucionario Institucional (PRI, también registrado en 1946); el Partido de la Revolución Democrática (PRD, 1989); el Partido del Trabajo (PT, 1993); el Partido Verde Ecologista de México (PVEM o PV, 1993); Movimiento Ciudadano (MC, 1999); Morena (2014); el Partido Encuentro Solidario (PES, 2020); Redes Sociales Progresistas (RSP, 2020), y Fuerza por México (FxM, 2020).
En Baja California, todos los partidos mencionados cuentan con representación ante el Consejo General del Instituto Estatal Electoral de Baja California (IEE BC), y, si analizáramos cada uno de ellos como si se trataran de franquicias, obtendríamos los siguientes resultados.
Tratándose de las organizaciones más antiguas, sólo el PAN y el PRI conservaron su “franquicia” en Baja California, eso sí, con un porcentaje de votos que apenas alcanzó un dígito, en el proceso electoral más reciente. Mientras, el PRD se unió a las “franquicias” del PT y el PVEM, quienes cuentan con representación ante la autoridad electoral local gracias a su registro nacional, pero no tienen -ni tendrán- derecho a recibir las prerrogativas que ofrece la Ley de Partidos Políticos del Estado de Baja California, por no haber alcanzado el porcentaje mínimo en las preferencias electorales (el 3%, de acuerdo con el artículo 62, fracciones II y III de dicha ley). Por su parte, Morena consolidó su marca.
Para quienes aseguran que los partidos políticos pierden (perderán o perderían) su registro, es importante aclararles -para su tranquilidad, conocimiento o desconocimiento-, que no es así, pues el registro de los partidos antes referidos es nacional. La única excepción era el Partido de Baja California (PBC), el cual fuera un partido estatal, que también siguió la luz al final del túnel en las pasadas elecciones.
En el caso de los partidos de más reciente creación, es decir, Redes Sociales Progresistas y Fuerza por México, fue debut y despedida. La gran sorpresa la dio el PES, quien superó, incluso, a su “franquiciador” nacional, obteniendo casi 350 mil votos en su primera participación electoral en Baja California.
Como lo expusimos al inicio de esta entrega, las “franquicias políticas” tienen como finalidad la explotación de una marca y la expansión electoral, tal vez, y solo tal vez, sería distinto si los partidos políticos despertaran del “sueño de los justos” y se pusieran a trabajar en los tiempos que no son electorales. Yo, no más digo.
Post Scriptum: “Sólo hay dos palancas que mueven a los hombres: el miedo y el interés propio”, Napoleón Bonaparte.
* El autor es catedrático, escritor y estratega político.
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