Albatros y petreles, el grupo de aves más amenazado del mundo, pasan el 39 % de su ciclo vital en alta mar, en lugares donde ningún país tiene jurisdicción, según un estudio científico que destaca la necesidad de cooperación internacional para asegurar su conservación.
Dado que son aguas más allá del ámbito de las jurisdicciones nacionales o internacionales, advierten de la necesidad de mejorar la gobernanza en alta mar y aplicar sin excepciones los tratados de protección vigentes.
Esta es una de las principales conclusiones de un estudio publicado en la revista “Science Advances” en el que han participado investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, Imedea-UIB, ha informado la entidad en un comunicado.
En el estudio, liderado por el experto Martin Beal, del Instituto Universitario de Lisboa, participa el Grupo de Ecología de Aves Marinas de la Facultad de Biología y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio), bajo la dirección del catedrático Jacob González-Solís, así como investigadores de instituciones como BirdLife International, el Imedea, el Servicio Antártico Británico (BAS), la Real Sociedad para la Protección de las Aves (Reino Unido) y el Instituto de Investigación Polar (Japón), entre otros.
Aves marinas en peligro de extinción
Los albatros y los grandes petreles forman parte del orden de aves marinas de los procelariformes, con 124 especies, la mitad de ellas en peligro de extinción debido a la introducción de especies invasoras en las colonias de cría, la captura accidental en pesquerías, la sobrepesca, la contaminación lumínica, el cambio climático y la polución.
Además, las estrategias vitales de estas aves marinas (ciclo de desarrollo muy largo, madurez sexual atrasada, baja fecundidad y fidelidad a los lugares de cría) las hacen “extremadamente vulnerables ante estas amenazas tanto en el mar como en tierra firme”.
Seguimiento de aves
Los expertos han seguido por telemetría a 5.775 aves de 39 especies de procelariformes en diferentes continentes mediante geolocalizadores o GPS y han averiguado que se desplazan regularmente a regiones de alta mar donde ninguna nación puede garantizar su conservación.
El catedrático Jacob González-Solís detalla que una de las aves marinas más perjudicadas por el impacto de la pesca es la pardela balear (Puffinus mauretanicus), “una especie endémica del Mediterráneo y clasificada en peligro crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)”.
“Hoy en día, las aves marinas como los albatros son los grandes vagabundos”, comenta el investigador Martin Beal, autor principal del trabajo, que destaca que su estilo de vida los hace “muy vulnerables a las amenazas en áreas marinas donde la protección legal es insuficiente”.
Según la coautora Maria Dias, de BirdLife International, las interacciones negativas con las pesquerías son particularmente graves en las aguas internacionales con menor control de las prácticas de la industria y el cumplimiento de la normativa. “Más allá de las especies de peces, actualmente no existe un marco legal global para abordar la conservación de la biodiversidad en alta mar”, advierte.
Concluyen que mejorar la gestión de las poblaciones reproductoras de cada país y la gobernanza de los territorios de alta mar será imprescindible para preservar las poblaciones de albatros y petreles.
Reino Unido, Francia, Nueva Zelanda, Australia y Sudáfrica son los países que concentran la mayor riqueza de especies reproductoras albatros y petreles. España ocupa la novena posición, en especial, por las áreas reproductoras decisivas para estas especies en las Baleares y Canarias.
Reclaman hacer valer los actuales tratados y las directrices los foros internacionales y “seguir desarrollando acuerdos internacionales de conservación y el uso sostenible de la biodiversidad biológica marina, más allá de las jurisdicciones nacionales”, indica González-Solís.
El equipo de la UB-IRBio se ha centrado en el seguimiento remoto de la pardela cenicienta del Mediterráneo (Calonectris diomedea), la pardela cenicienta del Atlántico (C. borealis), y la pardela de Cabo Verde (C. edwardsii), que se reproducen en los archipiélagos de Baleares, Canarias y de Cabo Verde, respectivamente.
El profesor de la UB-IRBio Raúl Ramos, asegura que la conservación de especies tan amenazadas como la pardela balear “dependerá fundamentalmente de la buena gestión de las administraciones baleares, catalanas y españolas, pero también de los países donde se desplazan estas aves fuera de su época reproductiva, en concreto Francia y Portugal”.
“Los ejemplares de pardelas que se reproducen en Baleares y Canarias tienen sus áreas de invernada frente a las costas del Sahara Occidental, Brasil, Namibia o Sudáfrica, entre otros países. Para garantizar su supervivencia, es fundamental que estos países también se comprometan a protegerlas mientras se encuentren en su territorio jurisdiccional”, añade.
Alertan de que, a pesar de saber que la pesquería del palangre es actualmente la principal responsable del declive de las pardelas balear, cenicienta y mediterránea, las pesquerías que operan en territorio español aún trabajan sin ninguna regulación que obligue a minimizar las capturas accidentales. EFEverde
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