AMLO y Bonilla
A lo largo de las administraciones del presidente Andrés Manuel Lopez Obrador y del gobernador Jaime Bonilla se han observado similitudes desconcertantes, algunas por olvido y otras por capricho, sin faltar acciones desesperantes que se salen del ámbito legal, pero les sirven de justificantes para insanos propósitos.
La actitud del Jefe de la Nación, respecto al proceso electoral en los Estados Unidos, donde los electores no favorecieron a Donald Trump y votaron mayoritariamente a favor de Joe Biden, no debe de extrañarnos, si tomamos en consideración sus acciones, muy similares a las de Trump, cuando aseguraba que le robaron la elección y pedía revisar voto por voto.
La lealtad, simpatía o compromiso del presidente López Obrador, hacia su homólogo estadounidense, es tan fuerte que, el mandatario mexicano, no aceptó los números surgidos de los distritos electorales, los del colegio electoral, en el congreso norteamericano y lo hizo hasta que Donald Trump acepto su derrota.
Lopez Obrador, a lo largo de su trayectoria política, ha sido controvertido por su aversión a quienes ocupaban cargos públicos a los que aspiraba, les exigía transparencia y acciones inmediatas que ahora, como presidente, regate a la población cuando se encuentra en situación de emergencia, siendo el más reciente el problema de inundaciones en Tabasco.
En cuanto a no mentir, no robar y sus exigencias de honestidad en los entes gubernamentales, resultaron ser un bumerang porque los casos de corrupción o manejos impropios de los recursos del erario, incluyendo a familiares y amigos, es evidente.
Pero hay que reconocer que sus constantes señalamientos en contra de todo aquel o aquellos que no piensan como él, le han dado resultado, así como los pseudo periodistas que le hacen el caldo gordo en las mañaneras.
Esto último también sucede en Baja California, con las conferencias del gobernador Bonilla Valdez, donde ha logrado un espacio para denostar a funcionarios y ciudadanos que no le son afines, pero al mismo tiempo le ha permitido exonerar de sus errores a quienes forman parte de su incondicional equipo de trabajo.
Lo más evidente de esto último han sido la participación de Fisamex, empresa sonorense, en auditorías a usuarios del agua proporcionada por las Comisiones Estatales, cuyos resultados le han permitido señalar de corruptos y bandidos a muchos empresarios, así como para adjudicar calificativos a los alcaldes que no les han sido sumisos.
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