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Luchan ecologistas contra la industria textil contaminante

Por Norma L. Vázquez Alanís

 (Primera de dos partes)

El piloto de autos de Fórmula 1 Lewis Hamilton, quien acaba de asegurar su séptimo título mundial en la máxima categoría del automovilismo -con lo que igualó la marca impuesta por el inolvidable Michael Schumacher- se ha comprometido con temas sociales como las luchas contra el racismo y por la ecología planetaria.

Entre sus aportes para la preservación del medio ambiente destaca su participación con el diseñador estadounidense Tommy Hilfiger en el diseño y modelaje de un guardarropa de moda sustentable, es decir, que no contamina ni desperdicia nada, por lo cual incorpora denim (tejido de algodón muy resistente que se emplea en la confección de pantalones vaqueros) 100 por ciento reciclado, algodón orgánico y materiales posconsumo reciclados en casi el 80 por ciento de las prendas de la colección otoño-invierno 2020 que lleva como nombre promocional Tommy por Lewis.

El repertorio que diseñaron el modisto estadounidense y el campeón de Fórmula 1, quien es embajador global de la marca a la que lleva unido varios años, incluye piezas unisex, en apego a su filosofía de crear moda para todos en un estilo que rompe con todas las barreras de género, edad, origen étnico y tipología de cuerpo, cuyo resultado es fresco e impactante.

Asimismo, se puso especial énfasis en que quienes presentaran la colección, fueran modelos de tallas y razas diferentes a fin de resaltar la igualdad que busca el binomio Tommy por Lewis; muchas de las piezas están fabricadas con materiales como el algodón orgánico o el «Re:Down», un tejido que surge del reciclaje del plumón, también hay piel vegana para las botas, además de redes de pesca que se trenzaron y se incorporaron en una de sus chamarras.

Entre las marcas que se han decantado por una moda sustentable está Tommy Hilfiger, alineada con la Responsabilidad Social (RS), que además de empoderar a los agricultores de algodón con una estrategia sostenible, trabaja con mujeres que se encuentran privadas de su libertad para que confeccionen y comercialicen sus telas.

La industria de la moda en la mira de los ambientalistas

Si bien ya a finales de los 60 el movimiento hippie, asociado a una defensa del medio ambiente, fue predecesor de la moda sostenible actual con tendencias como el «patchwork», tonos tierra, o el cáñamo en un intento por lograr una moda menos contaminante, no fue sino hasta 2011 cuando los ambientalistas pudieron hacer que el mundo volviera sus ojos hacia esta industria gracias a la Campaña Détox del grupo Greenpeace.

Después de una serie de investigaciones sobre los procesos de producción de grandes fabricantes internacionales de ropa, Greenpeace identificó vínculos entre un gran número de marcas de ropa –incluidas Nike, Adidas, Lacoste, Mango, Levis, Calvin Klein y Zara- y fábricas textiles en China que utilizaban muchos químicos peligrosos que no sólo eran liberados durante diferentes etapas de la producción al verterlos en los ríos, sino que también frecuentemente contienen propiedades toxicas que terminan formando parte de la ropa que luego usa la gente.

Ello como consecuencia de la persistencia de esas sustancias que son bio-acumulativas, tóxicas, cancerígenas, mutagénicas, neurotóxicas, disruptoras hormonales (serie de sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal del organismo) y representan riesgos tanto para el medio ambiente como para la salud.

Esta campaña de los ambientalistas llegó a la conclusión de que la industria textil es químicamente intensiva ya que utiliza una cantidad de diferentes productos químicos para todo, desde la tintura de los tejidos, hasta las impresiones y los acabados; las aguas residuales de estos procesos, a menudo, son tóxicas y pueden contaminar vías fluviales importantes. Además, estas peligrosas descargas pueden afectar negativamente la salud humana, la fauna y el medio ambiente.

El resultado fue que la industria de la moda tomó la decisión de ser más amigable con el planeta y se ha alineado más con las necesidades de un consumidor diferente, el cual está exigiendo que las marcas sean verdes y realmente se interesen por el impacto que tiene su cadena de valor en el mundo.

Actualmente el diez por ciento de la industria mundial de la moda se ha comprometido a eliminar los químicos tóxicos de su producción, pero Greenpeace continúa su investigación de los procesos de producción de grandes marcas internacionales de ropa para asegurarse de que el sector textil ya no sea contaminante y se convierta en líder hacia un futuro libre de tóxicos. 

(Concluirá).