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Tijuana merece estar bien

Por Francisco Ruiz*

 Martes 8 de septiembre de 2020. Pareciera que, en el partido tricolor, varios personajes se esfuerzan por obligar a la mayoría a retroceder. Sin embargo, el fluido espeso y sanguinolento causado por las heridas de batalla ya supuró. Las cicatrices son huellas de victoria.

Pensar en el origen de este partido político es sinónimo de disciplina, algo que resulta natural al tratarse de una institución ideada por mentes castrenses y se diseñó de tal manera que el orden, en todas sus vertientes, imperara en su gobierno interno y los fortaleciera en la competencia externa, algo que, a la postre, se conocería como institucionalidad. 

Sin embargo, la institucionalidad es mal interpretada como sumisión, cuando en realidad se trata del engranaje que permite el adecuado funcionamiento político, ya que trabajar en equipo significa distribuir el trabajo con base a la pericia de sus integrantes. Porque, como en la sociedad, no se trata de un poder fraccionado y repartido sino de una suma de voluntades que construye un interés supremo: el bien común y el progreso.

Rojo amanecer es una película mexicana dirigida por Jorge Fons, se estrenó en 1990 y es protagonizada por María Rojo, Héctor Bonilla (no guarda parentesco con el gobernador), Jorge Fegán y los -entonces jóvenes- hermanos Bichir. Se trató de un estrenó controvertido por abordar, de una manera llana, los lamentables acontecimientos del 2 de octubre de 1968, en lo que alguna vez fuera el señorío México-Tlatelolco.

De una manera magistral, con escenarios creados por la mente del espectador, los cineastas dan vida a los testimonios de quienes presenciaron aquel lamentable suceso, cuando, en la madrugada, entraron pipas para lavar la sangre que inundaba la explanada de la Plaza de las Tres Culturas, justo frente al edificio Chihuahua, de ahí el título de la película.

Transcurrieron más de 20 años para producir Rojo amanecer; guardando las proporciones, sería imposible filmar una película sobre el rojo amanecer que debe enfrentar Tijuana día con día: asesinatos, feminicidios, heridos, cuerpos cercenados y asaltos que forman parte de la cotidianidad de los tijuanenses.

Las familias de esta frontera han perdido la capacidad de asombro ante tantos actos de violencia, mientras, indolentes las autoridades municipales, estatales y federales continúan, luego de gobernar un año, sin ofrecer resultados que permitan vivir en armonía.

Hablan de prisa de tener bienestar y justicia social, pero la pregunta es: ¿dónde? Tal vez, como en la cinta de Fons, las autoridades aspiran a que el imaginario de los tijuanenses conciba un ambiente de paz inexistente en la realidad, gracias a la opacidad gubernamental.

¿Qué pretende informar el alcalde en esa materia? ¿Se atreverán los gobiernos morenistas a aceptar que ninguno de los tres niveles de gobierno ha logrado la paz y seguridad para Tijuana? ¿Lo harán sin repartir culpas? ¿Finalmente aceptarán que el balón está en su cancha? 

Mientras, el gobernador continúa repitiendo sin reserva que ha cumplido casi 100 compromisos de campaña, tal vez crea que la gente de Baja California obedecerá la máxima de Joseph Gobbels: repite una mentira mil veces y se convertirá en realidad, por fortuna, los bajacalifornianos somos inteligentes. 

Es urgente que se definan las estrategias y se encuentren los mecanismos idóneos para garantizar resultados favorables para la sociedad en materia de seguridad, porque Tijuana, como Baja California, merece estar bien. 

Post Scriptum. “Si las cosas que uno quiere se pudieran alcanzar”, extracto de la canción 20 Años de María Teresa Vera.

* El autor cuenta con una Maestría en Comunicación Estratégica y es doctorando en Derecho Electoral. 

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