Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Entre Los Surcos…

El Colmo: Complicidad institucional

Por César Villalobos López

Ahora resulta que, tras el fracaso -como todos los anteriores proyectos de nuevos cultivos- en los esfuerzos de reconversión en la actividad agrícola del valle de Mexicali, para diversificar la producción y darle valor agregado, el ajonjolí no fue la excepción.

El más reciente, antes del ajonjolí, fue el garbanzo, un esfuerzo directo de unos cuantos productores innovadores y hartos de la inmovilidad en materia de investigación de los Institutos de Ciencias Agrícolas de la UABC y del Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias, mejor conocido como INIFAP, buscaron la nueva opción.    

Los pocos productores que buscaron información técnica, datos estadísticos, semilla y más para la siembra de garbanzo en el valle de Mexicali, lo hicieron con recursos propios, pero sirvieron de pretexto para que el diputado Sergio Tolento, del PAN, lograra recursos para impulsar el proyecto, pero los dineros del erario solo llegaron a un productor allegado al entonces presidente de la Comisión de Agricultura.   

En ese momento no falto un técnico que desempolvara un viejo manual sobre la siembra del garbanzo y lo promoviera como base para un paquete tecnológico que, finalmente no sirvió de nada.

Con la siembra de ajonjolí surgió algo parecido porque los especialistas del INIFAP y los del ICA de la UABC, si bien tenían antecedentes de siembras de la oleaginosa en el valle de Mexicali, carecían de información sobre las nuevas variedades de semillas, fechas de siembra, periodicidad de riegos, plagas y enfermedades, entre otros importantes aspectos. 

Los representantes de la empresa involucrada en la promoción y financiamiento de la oleaginosa, en alguna forma fueron sorprendidos por algunos campesinos con dudosa respuesta a sus compromisos financieros y sin antecedentes de buenos productores, al dispersar más de 8 millones de pesos.

El crédito fue para la siembra de 574 hectáreas, de las que solo se cosecharon 260, con un rendimiento promedio de 201 kilos, cuando la estimación inicial, según dijeron, en base al potencial productivo de la variedad sería de entre una y dos toneladas, pero para efectos de beneficio económico se mencionó un promedio alrededor de mil 200 kilos por hectárea. 

Opiniones ajenas predijeron que la variedad a sembrar no era la adecuada para el valle de Mexicali.

¿Porque se cosecharon solamente 260 hectáreas?

Simple y sencillamente porque quienes recibieron el crédito no establecieron la siembra en la superficie comprometida, porque alrededor de 300 hectáreas no recibieron la semilla y otra superficie se desechó por la mala condición de la planta.  

Sin duda, el proyecto del ajonjolí estuvo mal planteado de origen, primero por errores en la selección de los agricultores a financiar, por la falta de un paquete tecnológico que llevara de la mano a los involucrados –desconocedores del cultivo- pero interesados en las nuevas opciones para diversificar los cultivos, en especial recordando el éxito de la oleaginosa en tiempo pasados.

El trato de la empresa y de los propios agricultores con quienes proporcionaron asistencia técnica, fue errática, sin establecer compromiso, ni una adecuada remuneración y hasta donde sabemos, los técnicos suspendieron su trabajo para no meterle dinero bueno al malo, al tener que pagar combustible para sus traslados.     

Pero el colmo de todo fue la presencia del Ing. Mario Camarillo Pulido, del INIFAP, por primero vez, en uno de los predios con ajonjolí, cuando la planta tenía varios meses de desarrollo y solicitó, a uno de los técnicos, le proporcionara la bitácora de lo hecho en cada predio, para hacer una evaluación final.

Debemos de aclarar que esa petición nos llamó la atención, porque al igual que otros charlatanes vividores de los recursos gubernamentales, piden una lista de asistencia con nombres de los productores y en ocasiones hasta firmada.

Nuestra pregunta siempre había sido, ¿para que buscaban una lista de asistencia?, pero como respuesta se nos informó que el FIRA, del Banco de México, tiene una partida para apoyo de programas de capacitación de productores agrícolas y ganaderos, del cual, cuando se presentan relaciones, con ciertos requisitos, sobre platicas o conferencias, aprueban la entrega de una partida de dinero para el promotor.

Desesperados por la situación, los agricultores que incursionaron en la siembra de ajonjolí, mas bien en el financiamiento, buscaron de la Secretaria de Agricultura y de la Secretaria del Campo, una justificación oficial que avale el fracaso, sin lograr su objetivo.

Sin embargo, se han corrido versiones de que el INIFAP, no sabemos por conducto de quien, menos de quién será el que firme un documento justificante del fracaso, aduciendo fallas en la semilla, cuando debería de ser el SNICS –Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas, de la Secretaria de Agricultura- la instancia adecuada.

Por ello mencionamos “El Colmo: Complicidad institucional” y es que alguien debe de investigar esta situación para que cada quién asuma su responsabilidad y en caso de complicidad de funcionarios, técnicos o investigadores, se sancionen por su participación en un posible fraude, como otros muchos que han ocurrido por complacencia oficial.

En el valle de Mexicali tenemos muchos ejemplos.        

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