La fuerte sequía que afecta a Honduras, aunque no es generalizada, pero en algunas regiones es más severa que en otras, llevó al presidente del país, Juan Orlando Hernández, a declarar el pasado día 5 “Emergencia por sequía”.
Por Germán Reyes
San Esteban (Honduras), 10 sep (EFE).- La sequía que este año ha afectado a Honduras, con regiones en las que no llueve desde hace diez meses, tiene sedientos a muchos de sus habitantes, ha causado pérdidas en más del 50 por ciento de granos básicos como maíz y fríjol, mientras que en el oriental departamento de Olancho han muerto unas 1.000 cabezas de ganado.
“Aquí hay ganaderos que han perdido 80 reses, se ha hecho una evaluación y dicen que se han perdido 1.000 cabezas de ganado en todo el Valle de Agalta”, dijo a Efe Álvaro Ramos, un pequeño ganadero en San Esteban, Olancho, unos 281 kilómetros al oriente de Tegucigalpa, la capital hondureña, donde muchos también padecen sed.
Las menos de 20 cabezas de ganado de carne y leche que tiene Ramos no han sufrido hambre, porque parte del alimento lo compra de regiones vecinas, mientras que a pocos metros de sus potreros cruza el río Tinto o Negro, al que lleva a sus animales a beber agua.
DAÑO A LOS BOSQUES
Ramos es un convencido de que la sequía de diez meses que lleva el sector de Olancho más afectado, es producto del daño que se le está causando a los bosques que circundan el valle de Agalta, de lo que en parte culpa a los mismos ganaderos.
“Nosotros los ganaderos somos los que le hacemos más daño a la naturaleza”, enfatizó Ramos al relatar que algunos llevan sus reses a pastar en las laderas de las montañas y están arruinando el valle de Agalta, una de las zonas donde más ganado ha muerto de hambre.
Ramos, natural de San Esteban, zona cuya principal actividad siempre ha sido la ganadera, y en menor escala la agrícola, dijo que en sus 56 años “nunca había visto una sequía de esta naturaleza”.
“Llevamos un poco más de diez meses y aquí hay lugares que nunca ha llovido, las milpas de maíz y fríjoles se han perdido”, subrayó.
MUERTE DE GANADO
La otra cara de la misma moneda en San Esteban es Álvaro Méndez, quien alterna su profesión de médico con la de ganadero, actividad de la que se precia porque, además, le permitió graduarse en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah).
“En la actualidad un dos por ciento de las personas que pueda entrevistar le pueden decir que no han perdido ganado. El 98 por ciento ha perdido; yo, en lo particular, he perdido 25 cabezas”, indicó Méndez a Efe en su natal municipio de San Esteban.
Añadió que ha parado “un poco la mortalidad” a un alto coste, que supera los 300.000 lempiras (unos 12.100 dólares) comprando comida para su ganado a base de un desecho de palma africana que es rico en proteínas; melaza, matas picadas de maíz y otras fuentes alternas.
Buscar alimento sustituto del pasto para el ganado, sin escatimar esfuerzos, ha representado “una lección de futuro” para Méndez, quien considera que ahora hay que “darle un diferente rumbo a la ganadería, disminuir la cantidad de ganado” y contar solo con “ganado seleccionado y prepararnos para estas crisis”.
Para Méndez, la sequía en el sector de San Esteban “es un hecho nunca visto en la historia” del municipio y obedece a que “hemos dañado la naturaleza de tal forma, que nos está pasando la factura”.
La denuncia de Méndez se palpa en la destrucción de sus bosques, de los que en muchos ya no hay árboles; en las rastras cargadas con frondosos troncos de pino extraídos de las montañas, cultivos de maíz que no crecieron y las reses muertas en potreros y a orillas de la carretera en el valle de Agalta camino a San Esteban.
EMERGENCIA POR SEQUÍA
La fuerte sequía que afecta a Honduras, aunque no es generalizada, pero en algunas regiones es más severa que en otras, llevó al presidente del país, Juan Orlando Hernández, a declarar el pasado día 5 “Emergencia por sequía”.
“La emergencia de hoy está declarada”, indicó Hernández, quien además instruyó a los funcionarios del sector a estructurar un plan de acción articulada que permita hacer proyecciones de corto, mediano y largo plazo, a fin de suplir de alimentos que harán falta en los departamentos más afectados (Yoro, Francisco Morazán, Olancho, El Paraíso, Choluteca y Valle, en el norte, centro, oriente y sur del país).
Según fuentes oficiales, la sequía ha provocado pérdidas que oscilan entre el 50 y 60 por ciento de los cultivos de granos básicos, principalmente de maíz y fríjoles.
La sequía en el país centroamericano también se ve reflejada en ciudades como Tegucigalpa, con 1,5 millones de habitantes, donde las dos represas más importantes que la abastecen han tenido un descenso que se acerca al 20 por ciento, por lo que su alcalde, Nasry Asfura, prevé que, de no llover suficiente entre setiembre y diciembre, la situación en el verano de 2020 “será grave”.
Miles de capitalinos a diario buscan agua en pequeñas vertientes que bajan de algunos cerros, quebradas o ríos, fuentes que además aprovechan para lavar ropa, trastos y su aseo personal.
Una caída de agua cercana a la capital, que ha sido sitio de recreo de muchos capitalinos, ha reducido su torrente y en sus aguas ahora son menos los que bañan y más los que llegan a lavar ropa.
Otros, principalmente en barrios pobres, a diario compran agua en cisternas privadas que son abastecidas en estaciones del Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados (Sanaa), ente que también ha reducido la venta del líquido y ha impuesto un riguroso racionamiento debido a la sequía.
PÉRDIDAS DEL MAÍZ
Al igual que el agua, el maíz, alimento básico en la dieta de los hondureños, también se está alejando de la mesa de muchos hogares, a causa de la sequía.
“Esta situación viene por la tanta tala de madera, hay que ser sinceros, hay que cuidar los árboles, si así pensáramos todos no estaríamos en esta situación”, dijo a Efe Rafael Martínez, de 79 años, quien cultiva maíz en un predio que no es suyo, en la aldea El Guanábano, cercana a Tegucigalpa.
Con tristeza, Martínez arrancó dos diminutas y tullidas mazorcas de maíz para mostrar lo mal que le fue en su milpa, de la que no espera lograr “ni siquiera dos cargas” (cuatro sacos 45,4 kilos), después de que en otros años ha cosechado de cuatro a cinco cargas.
Los dueños del terreno donde cultiva Martínez son dos personas, una particular y un yerno suyo, que le permiten sembrar, a cambio de que lo cuide.
“No crea que porque uno camina vestido es que no sufre”, enfatizó Martínez, quien además se quejó de no haber recibido ninguna ayuda del Gobierno cuando la ha solicitado.
En el valle de Jamastrán, departamento de El Paraíso, la situación dramática de Rafael Martínez es similar a la de Santos Víctor Núñez, de 35 años, quien relató a Efe que perdió totalmente las dos manzanas (1,4 hectáreas) que había sembrado de maíz, por la falta de lluvias.
“Las milpas se secaron por la falta de lluvias, creo que no vamos a cosechar nada porque casi el 100 por ciento de los cultivos se perdió aquí”, dijo Nuñez, cargando en brazos a su hija de un año.
Irónicamente, los departamentos de El Paraíso y Olancho han sido los principales productores de maíz en Honduras. EFE
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