Inseguridad galopante
Hace varios días, durante una charla de café con varios amigos, afortunadamente todos “pata de perro” que en sus periodos vacacionales disfrutaban de la multiplicidad de los paisajes a lo largo de la red carretera de nuestro país.
En el pasado, angostas carreteras, con menores rangos de velocidad y en ocasiones sorteando los caprichos de la naturaleza, en especial en épocas de lluvias, cuando los ríos y arroyos arremetían con los puentes y había que utilizar los vados para no quedar varados, pero se llegaba al destino.
Era común ver camioneros y automovilistas solos o con familia a la vera del camino degustando alimentos, o descansando entre el punto de salida y de destino.
Las patrullas de la Policía Federal de Caminos eran escasas y los llamados “Ángeles Verdes” que nada tenían que ver con la política, recorrían las carreteras para proporcionar auxilio a quienes sufrían averías en sus vehículos.
En la actualidad con miles y miles de kilómetros de autopistas a lo largo y ancho del país, no hay confianza para viajar por ellas, debido a la inseguridad generada por la impunidad con la que actúan los delincuentes de todo tipo.
El estado de derecho pregonado por funcionarios de todos los niveles, desde el Jefe de la Nación hasta los alcaldes, es letra muerta y los abusos, en ocasiones auspiciados por quienes se dicen miembros del partido en el poder, los podemos observar diariamente en las casetas de cobro de las autopistas.
La presencia de falsos retenes, pero perfectamente uniformados y mejor armados, no son ajenos en las carreteras, mientras que los efectivos brillan por su ausencia o llegan después de que se cometieron ilícitos.
Si a esto le suma los bloqueos de calles, puentes, caminos y autopistas por parte de cualquier grupo ciudadano que lo decida, para protestar por cualquier cosa, la realización de viajes por tierra se convierte en una incertidumbre para llegar al destino.
Regresando a las añoranzas vienen a la memoria las áridas tierras del desierto de Sonora con su típica vegetación, los campos agrícolas del sur de ese estado y de Sinaloa, su vecino al sur, para luego llegar a Nayarit, donde el monte se vuelve exuberante con varios matices de verde, hasta entrar a Jalisco.
Ahora, con mejores vías de comunicación y vehículos con avances tecnológicos, no se pude viajar con seguridad por la imposibilidad oficial para contener los hechos delictivos.
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