A toro pasado
Por César Villalobos López
Hace unos días recibimos una información en la que Belem Avendaño Ruíz, directora de Inspección, Sanidad e Inocuidad de la Sedagro, hecho campanas al vuelo con una serie de números alegres sobre la supuesta garantía de salud, sanidad e inocuidad de productos cárnico y huevo que se consumen en Baja California.
Por ejemplo, menciona que “los Puntos de Verificación Interna revisan los productos y subproductos que son introducidos en el Estado”, y luego precisa: “dichos puntos están ubicados en Miguel Alemán, San Matías, Santo Tomás y Paralelo 28, encargados de regular y verificar los embarques introducidos al Estado; de igual manera, están el PVI kilómetro 57 y PVI San Quintín, quienes se encargan de la movilización interna de los productos por los distintos municipios”.
Belem Avendaño Ruíz, añadió “los PVI inspeccionan los cargamentos, con el objetivo de garantizar a productores y consumidores finales, que lo adquirido cumple con las normas agroalimentarias correspondientes”.
Tambien pondera: “en 2016 se acreditó al personal de inspección como oficiales estatales, para llevar a cabo actos de autoridad. A partir de 2018, se estableció un programa de capacitación en estándares de competencia EC0819, Inspección Sanitaria de Productos Materiales Agroalimentarios Movilizados, cumpliendo así con los lineamientos que marca el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica)”.
“La inspección de productos y subproductos de origen animal se realiza para verificar la legal propiedad y condiciones zoosanitarias; también se inspeccionan cabezas de ganado que son introducidas a la entidad, para comprobar que cumplan con los requisitos establecidos en las Normas Oficiales Mexicanas (NOM), y evitar la introducción de plagas o enfermedades que dañen los estatus zoosanitarios alcanzados”.
“Entre las inspecciones llevadas a cabo en los PVI, se revisa el origen de los embarques de productos agropecuarios, para cerciorarse que no provengan de zonas con restricciones a la movilización de la producción, por tener estatus sanitario menor o plagas y enfermedades de interés cuarentenario no presentes en el Estado, de acuerdo a las normas correspondientes y de esta manera mantener los estatus zoosanitarios alcanzados”.
La información oficial también menciona: “se realizan inspecciones en comercios de la localidad, verificando el origen de productos y subproductos que se expenden, a fin de coincidir con la legal propiedad de los productos y de las condiciones higiénicas en los expendios al consumidor” y destaca que: “Un promedio de 290 mil toneladas de productos y subproductos de origen agroalimentario y 330 mil cabezas de ganado son inspeccionados en los Puntos de Verificación Interna (PVI), informó la Secretaría de Desarrollo Agropecuario (Sedagro)”.
No tenemos duda de que, en el pasado, gracias a los programas de concurrencia, el personal capacitado en 2016, suponemos que para inspecciones en punto de verificación y en volantas, realizo las labores que menciona la directora de Inspección, Sanidad e Inocuidad, de la Sedagro, pero en la actualidad, concretamente desde el inicio de año, una buena parte de los inspectores, incluyendo personal con 20 y más años de antigüedad, fueron suspendidos de sus labores, por tanto, la vigilancia es nulo, o muy limitada, porque observamos casetas, como la del kilómetro 57, prácticamente abandonadas.
Lo grave de todo esto es que, además del peligro fitosanitario y/o Fito pecuario que pudiera dar al traste con el reconocimiento de Baja California como zona libre de garrapata y permite la exportación de ganado en pie a los Estados Unidos, así como al valle de Mexicali como libre de carbón parcial y otras plagas y enfermedades.
Y es que, en materia fitosanitaria, no hay ningún control por la omisión de la ahora Sader, del Comité Estatal de Sanidad Vegetal y de la propia Secretaria de Desarrollo Agropecuario, a grado tal que después de muchos años, esta semana se inició la pizca de algodón de zoca, en la colonia Chapultepec.
Aquí el problema es que la funcionaria de la Secretaria de Desarrollo Agropecuario pretende “tapar el sol con un dedo”, cuando el titular, Manuel Valladolid Seamanduras está preocupado por la reducción de presupuesto –federal por supuesto, porque no hay recursos estatales- que “va orientado a la sanidad de los productos”.
Valladolid Semanduras habla de que, “a nivel local se recortó hasta un 18 por ciento el recurso destinado a estrategias que garantizan la inocuidad de alimentos y productos en la entidad”.
Lamentablemente, la buena fe y la voluntad del titular de Desarrollo Agropecuario han sido superadas, con creces, por la picardía de varios de sus funcionarios que no le han permitido ver más allá, de lo que ellos quieren que vea, y sin querer contribuye a que Francisco Arturo Vega de Lamadrid se vea impedido de “llegar a ser el mejor gobernador que jamás haya tenido Baja California”, aspiración destacada en su campaña de proselitismo.
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