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La historia del crédito agrícola en México

CIUDAD DE MEXICO. – El Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados, dio a conocer en septiembre esta publicación. Se trata de una profunda investigación desarrollada por Sergio Reyes Osorio, reconocido maestro, agrónomo especialista en economía agrícola, promotor apasionado e incansable del desarrollo rural, con una vasta obra publicada sobre la materia; destaca particularmente su labor como funcionario público al servicio de los hombres y mujeres del campo y cuya biografía se identifica con las transformaciones que durante las últimas décadas ha experimentado el agro mexicano.

PRÓLOGO

El campo mexicano es un sector con reducido acceso al sistema financiero, y esto no es reciente, es un problema histórico. El recuento sobre la evolución del crédito agrícola a través de las diversas etapas del devenir económico del país que se presenta en esta obra, ilustra sobre las instituciones y esfuerzos creados por el Estado mexicano para canalizar al campo los recursos financieros que requiere la actividad agrícola.

Se trata de una profunda investigación desarrollada por Sergio Reyes Osorio, reconocido maestro, agrónomo especialista en economía agrícola, promotor apasionado e incansable del desarrollo rural, con una vasta obra publicada sobre la materia; destaca particularmente su labor como funcionario público al servicio de los hombres y mujeres del campo y cuya biografía se identifica con las transformaciones que durante las últimas décadas ha experimentado el agro mexicano.

El análisis de las instituciones y mecanismos creados para que fluya el crédito hacia el campo se relaciona directamente con el desarrollo histórico de la actividad agrícola, es decir, existe una relación directa entre producción y disponibilidad de recursos financieros, puesto que el crédito constituye un insumo determinante para limitar o impulsar la producción agrícola.

Como lo describe y explica el maestro Reyes Osorio en su obra, desde mediados del siglo XIX la importancia del crédito agrícola se manifiesta mediante la creación de instituciones y figuras jurídicas que responden a las condiciones económicas y políticas del momento histórico en que fueron creadas y que luego se fueron adaptando a las exigencias que planteaba la dinámica social, económica y política del país.

Las sucesivas leyes e instituciones que se ocuparon del crédito agrícola constituyen el hilo conductor para conocer la amplitud de acciones oficiales tendientes a fortalecer la producción en el campo. Elemento sustantivo, en algunas de ellas, fue la promoción de las organizaciones de productores para tener acceso al crédito, a los insumos y a la infraestructura de apoyo a la producción y a la comercialización.

Como consecuencia de la evolución del cuerpo normativo regulatorio de la cuestión agraria, se propició un aparato institucional que fue adquiriendo cada vez mayor complejidad y nuevos objetivos acordes con las necesidades agrarias, una de estas fue la descentralización institucional para llevar el crédito a todo el país y facilitar su acceso a través de una mayor cobertura.

Más adelante y como consecuencia de las crisis económicas por las que atravesó el país, se optó por desincorporar del ámbito público la infraestructura estratégica que apoyaba al campo, para trasladarla hacia instituciones privadas nacionales e internacionales, con lo cual cambió radicalmente el papel del Estado frente a los productores.

Estos fueron los prolegómenos de la estrategia económica conocida como neoliberal, en la cual se reduce la participación del Estado y se propician mecanismos de apoyo al campo desde la óptica de regulación por parte del mercado, aunque la orientación del crédito a los productos de mayor rentabilidad no es un fenómeno surgido a partir de la globalización, existió desde antes con productos como el algodón, el café, la caña de azúcar, el tabaco, las semillas oleaginosas y el jitomate, ligados a la industria nacional y al mercado internacional.

La transformación de los esquemas comerciales y crediticios, y la participación de instituciones privadas cuya exigencia no es sólo la recuperación sino la competitividad que exige la globalización, acentuaron la tendencia a que el crédito se orientara de manera prioritaria hacia productos de alta rentabilidad y a productores notoriamente capitalizados.

En poco más de dos décadas –nos explica Reyes Osorio– se desarrollaron programas de apoyo para fomentar la producción, no obstante se abrió una etapa que plantea problemas de persistencia de pobreza en el medio rural, migración acentuada y abandono de tierras y, en consecuencia, una mayor dependencia alimentaria en productos estratégicos para la canasta alimentaria de los mexicanos.

El monto del crédito agrícola otorgado, la superficie sembrada y el volumen de producción fueron –y continúan siendo– aspectos relevantes que interesan a la sociedad y constituyen la mejor expresión de la política pública agropecuaria, como lo fue en su momento la superficie relacionada con el reparto de la tierra. En efecto, la disponibilidad de recursos hacia el sector agropecuario se ha reducido, pues desde hace varios años tanto la banca comercial como la de desarrollo han disminuido en términos relativos su apoyo a las actividades relacionadas con la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca; en 1950 era el 11 por ciento, en 1970 fue del 9.1 por ciento, en el 2000 del cuatro por ciento y en 2015 es apenas del 1.4, en tanto que la aportación del sector al PIB es de cuatro por ciento.

Si bien se trata de un tema complejo y no resuelto económica y social- mente como lo señala la obra, es necesario y oportuno el examen histórico del crédito agrícola para entender cuáles han sido las experiencias positivas para fortalecerlas y, en su caso, reconocer las deficiencias institucionales y de política pública a las que no se les dio continuidad ni se aprendió suficientemente de ellas.

Ante esta realidad, el libro replantea el esquema productivo del país, y pone el énfasis en los apoyos crediticios para la producción en el medio rural a fin de abatir la pobreza, el hambre, la marginación y la migración.

La obra de Reyes Osorio constituye una valiosa contribución para conocer y tener presente el largo y complejo trayecto del crédito agrícola en nuestra historia y dimensionar el compromiso que aún persiste con los productores del campo.

Héctor Hugo Olivares V., Director general del CEDRSSA.