Campañas sucias
Los debates, las mesas de análisis y los programas inquisitivos de la televisión han servido para exhibir las carencias y los miedos de los cuatro candidatos la presidencia de la república, así como los pecadillos de comunicadores que, en su momento se rigen como dueños de la verdad.
El más reciente pecadillo, revelado por “El Bronco”, el de Joaquín Lopez Doriga, cuya esposa cobraba unos 13 millones de pesos mensuales al gobierno de Nuevo León, mismos que asegura dejó de cubrir a su llegada como gobernador de ese estado.
De este comunicador también se tiene reciente el problema con la heredera del grupo Modelo, al que le atribuyen su anterior salida del staff de Televisa.
El blanco preferido de los candidatos Anaya, Meade, “El Bronco” y de muchos de aquellos que se identifican como analistas políticos, ha sido Andrés, Lopez Obrador, Andrés Manuel y AMLO.
Por otra parte, el vocero de la presidencia y el mismo presidente Enrique Peña Nieto, se han dedicado a ponderar logros de su administración a punto de concluir, generalmente como respuesta a versiones o planteamiento del candidato de Morena.
Han proliferado una serie de conferencistas dedicados a propalar versiones de miedo, al igual que algunos grupos del sector empresarial que ven a México convertido en un Venezuela y a Lopez Obrador, en un Chávez y luego en un Maduro.
Lo lamentable de todo esto es que por más lodo que sale a la luz pública, por más palabrería y justificaciones oficiales, el candidato ciudadano, no militante, continua en el tercer lugar de las encuestas, muy cuestionadas, por cierto, por simpatizantes y por quienes buscan subir al primer lugar, pese a que la realidad de las simpatías y apoyos de la ciudadanía se verá el primero de julio, durante el proceso electoral y conteo de sufragios.
A Meade y a Anaya les ha faltado tiempo para hacer planteamientos concretos, olvidándose de las generalidades y presumiendo que a su paso por la administración publica hicieron, en el caso de Meade, lo que no hizo a favor del campo cuando estuvo en la Financiera, solo para poner un ejemplo.
Estos dos candidatos están cayendo en el mismo limbo del de Morena, en su desesperado esfuerzo por ridiculizarlo, pretendiendo mostrar sus carencias y debilidades, cuando ellos podrían lograr la atención de los electores con pronunciamientos sobre sus programas de gobierno.
Cayendo en la vulgaridad salieron los legisladores priistas del Congreso de la Unión, con propuestas para legislar sobre la necesidad de que los candidatos a la presidencia de México presenten o se realicen exámenes médicos y hasta psicológicos, cuando estamos a más de la mitad del proceso.
¿Por qué no lo hicieron antes para que la autoridad electoral lo incluyera como requisito ineludible?
Para muchos ciudadanos, unos con credencial de elector, otros no, los priistas pretenden descartar contrincantes con cualquier tipo de argucia, en este caso a López Obrador y con la denuncia ante la ONU a Ricardo Anaya.
Entre los seguidores del candidato de Morena hay personas que han hecho de la demagogia y las presiones su modo de vida y consideran que se ganar el proceso electoral tendrán el campo libre para imponer sus criterios, cuando en México necesitamos el restablecimiento del estado de derecho que se perdió desde el gobierno de Felipe Calderón y se agravó en el actual sexenio.
Señores candidatos y estrategas de las campañas, déjense de chismes y de artimañas, logren simpatías y votos con propuestas, no con descalificaciones.
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