Afloró la corrupción
Con el sismo del pasado martes 19 afloraron situaciones de corrupción que no solo generaron grandes pérdidas económicas, sino que cobraron vidas inocente, víctimas de la voracidad de empresarios, de la falta de probidad y ética de profesionistas y de funcionarios corruptos.
Tras el sismo de 1985, en la ciudad de México surgieron nuevas normas de construcción con la pretensión de dar mayor seguridad en nuevas edificaciones o reforzamiento de las existentes, pero como suele ocurrir, las nuevas reglas fueron ignoradas o se simuló su cumplimiento.
Los daños en edificios con los movimientos telúricos del día 19, en algunos casos pudieron evitarse si los responsables de los proyectos, de la construcción, de la verificación de calidad de materiales y cumplimiento de especificaciones hubieran hecho su trabajo.
De otra manera no se puede explicar cómo edificios recién construidos, entre 9 meses y 4 años de antigüedad se vinieron abajo, colapsaron y cobraron vidas de quienes confiaron en los empresarios que les vendieron los espacios habitacionales y/o comerciales.
Los bancos o empresas financieras, en los seguros que obligan a pagar a los compradores o acreditados, por regla general solo cubre la parte del momento de la deuda existente al momento del siniestro, pero en el caso de la ciudad de México, considerada zona sísmica, deberían de incluir el riesgo, total a costa del cliente.
Se desconoce hasta donde la autoridad vaya a ir en auxilio de los afectados para exigir legalmente a las empresas la reparación del daño y la aplicación de castigos por no cumplir con la normatividad y/ o la utilización de materiales inadecuados, así como por los vicios ocultos que también se traducen en reducción del costo de la obra, generando mayor utilidad al constructor.
Por otra parte debemos destacar la espontanea presencia de miles de ciudadanos, de todas las edades, contribuyendo en las acciones de rescate, donde los especialistas mexicanos sumaron esfuerzo con los extranjeros que vinieron en su apoyo.
La solidaridad de los seres humanos no tiene límites.
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