
Por Rosa Chávez Cárdenas
Todos pasamos por alguna pérdida, material o emocional. Hace unas tres décadas me enfoqué en el proceso de duelo, llevé a cabo una investigación del proceso que viven las familias que cuentan con un integrante con discapacidad. El hijo de mi hermana padece el Síndrome de Cornelia de Lange, su estado es a nivel vegetativo. Mi padre sufrió la amputación de su pierna por problemas de circulación. Es importante la recuperación emocional de la familia para poder ayudar a ese ser que necesita cuidados, es desgastante el proceso de la atención y la rehabilitación. Las causas de la discapacidad son numerosas, la vida cambia de manera radical y todos estamos expuestos a un accidente, de pronto es un estudiante, una persona que es el proveedor de la familia ya no podrá ser el sostén y dependerá de cuidados especiales.
También estoy sensible al dolor de las familias que tienen un integrante desaparecido, secuestrado. Los duelos irresueltos son tan complejos por no vivir los rituales de despedida, se acompañan de frustración, dolor emocional permanente, desconfianza, tristeza, pesimismo, incertidumbre. Mi madre con la desaparición de mi hermano no quiso cambiarse de casa con la esperanza de que un día regresara su hijo, comentaba con dolor: “Aquí sigo si el regresa que me encuentre en la misma casa” El proceso del duelo parece que no tiene lógica, tiene dolor y es difícil de entender.
Una pérdida profunda como el fallecimiento de un hijo, de un ser querido, el dolor tan intenso altera el sistema nervioso, provoca cambios emocionales y desencadena síntomas físicos llamados somatizaciones, algunos sufren el síndrome del corazón roto. Por eso se llama duelo, es una lucha contra los sentimientos encontrados: coraje, culpa, tristeza, negación y la pregunta queda sin respuesta ¿Por qué a mí?
Las pérdidas traumáticas, las que se producen de forma repentina, violenta o aterradora, tienen un peso diferente: la angustia por la forma como falleció la persona, las preguntas sin respuesta y la conmoción de no haber tenido tiempo para prepararse y despedirse de su ser querido. Las enfermedades como el cáncer, las respiratorias que requieren un respirador, las renales que requieren hemodiálisis dan la oportunidad de resignación al vivir el sufrimiento tan de cerca.
Aquí va un conjunto de herramientas: TERR para ayudar a manejar la sobrecarga emocional en el duelo. Las siglas representan:
Temperatura: utiliza el frío, como sostener hielo o aplicar agua fría en la cara, provoca una respuesta calmante, en una crisis emocional, ayuda colocar una bolsa con gel congelado unos minutos en la cabeza.
Ejercicio intenso: realiza movimientos breves y rápidos para liberar la tensión, cuando los pensamientos estén descontrolados, salir a caminar de manera rápida. Abraza un árbol, camina sin zapatos en el pasto, la tierra.
Respiración rítmica: respira inhala, exhala y suelta los hombros. Inhala, exhala y lleva la respiración hasta el ombligo (el plexo solar)
Relajación muscular progresiva: respira, tensa, cuenta del uno al cinco y relaja grupos musculares para aliviar la tensión.
Durante el duelo, el sistema nervioso puede fluctuar entre estados de alta excitación, como el pánico, palpitaciones y estados de baja excitación como parálisis, tristeza y mente nublada.
Las respuestas individuales varían, pero la exposición al frío puede ayudar a calmar el corazón acelerado en momentos de agobio, mientras que la respiración rítmica o la relajación muscular alivian el entumecimiento y la tristeza.
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