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Expone Esteinou que los medios públicos siguen como apéndices del poder

Por José Antonio Aspiros Villagómez

El 18 de diciembre se cumplirá un año de que fue cerrada por el entonces presidente López Obrador -quien indebidamente la consideraba suya- la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, Notimex, y con ello también terminó la huelga que, por las posturas empecinadamente irreconciliables de empresa y sindicato, mantenía inactivo a ese medio público desde febrero de 2020.

De hecho, desde que comenzó el siglo XXI Notimex vivió etapas lamentables con destituciones, renuncias, liquidaciones e inhabilitación de algunos directores, pero lo peor sucedió en el sexenio 2018-2024 cuando fue despedido casi todo el personal antiguo con el argumento de combatir la corrupción, y durante meses no se respetó la huelga pese a la obligación legal de suspender actividades.

Y como además hubo muchos ataques en redes sociales a periodistas incómodos para el gobierno, con presuntas pruebas se acusó de ello a la directora y sus colaboradores, y quedó más empañada la imagen de la institución.

Durante los gobiernos priistas desde su fundación en 1968 y hasta el año 2000, y después de 2012 a 2018, esa agencia informativa que primero fue oficiosa, luego del gobierno en turno adscrita a la Secretaría de Gobernación, y en sus últimos años fue del Estado mexicano todo, logró crecer y tener gran presencia en los medios nacionales y en el ámbito internacional, aunque con un golpeteo constante de sus críticos, del que sin embargo pudo salir airosa.

Pero a partir de 2001 la historia fue otra. Desde la llegada de los gobiernos del PAN a la Presidencia hasta su perversa extinción a finales de 2023, Notimex tuvo ocho directores generales (de 18 en total desde su creación en 1968) y seis encargados del despacho, es decir, un directivo cada 1.6 años en promedio, lo que pone en evidencia la inestabilidad y la pérdida de proyecto a pesar de que en 2006 adquirió legalmente su condición de organismo del Estado mexicano.

Notimex era un medio público y, como tal, una institución necesaria para el país, pero desgraciadamente López Obrador dijo que él -sólo él- no la necesitaba (aunque, insistimos: no era suya) y dispuso su liquidación. Luego se arrepintió, pero ya era tarde y al actual gobierno parece no interesarle el tema.

Mucho hemos escrito y disertado en diversos momentos y espacios acerca de la importancia y utilidad de los medios públicos (radiodifusoras, televisoras, periódicos y agencia), necesarios frente a la prensa comercial, y a ellos se refirió en septiembre pasado el doctor en sociología Javier Esteinou Madrid en su ensayo ‘Segundo piso de la 4-T: ¿Qué medios de comunicación públicos necesita México?’, que le mereció ganar el Premio México de Periodismo ’Ricardo Flores Magón’.

Cuando lo recibió, durante una asamblea conjunta de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos y el Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, en un breve mensaje a los presentes dijo que actualmente se experimenta en México “la presencia de un modelo de canales de difusión de Estado con características fuertemente oficialistas”, es decir, “salvo excepciones muy contadas, asistimos a un paradigma de comunicación pública” que sucumbió “ante las presiones impuestas por las fuerzas del poder gubernamental”.

Llamó “apéndices del poder Ejecutivo, medios oficialistas, canales cortesanos, aparatos ideológicos morenistas, sistemas simbólicos legitimadores, maquinarias militantes (e) infraestructuras serviles” a los medios públicos que, en cambio, según su ensayo premiado deberían ser autónomos, equilibrados, neutrales y equitativos, y estar al servicio de la sociedad y no del sistema gubernamental.

En ese trabajo, que publicó en la revista Siempre! (https://www.siempre.mx/2024/09/segundo-piso-de-la-4-t-que-medios-de-comunicacion-publicos-necesita-mexico/), sostiene que durante los gobiernos del PRI, del PAN y de Morena, los medios públicos no cumplieron cabalmente, y en el caso del sexenio 2018-2024, trabajaron con lo que llamó “dos grandes mecánicas de difusión colectiva para informar a la sociedad”: una para diferenciarse de los medios comerciales mediante la propagación de contenidos culturales y educativos, y otra para correrse ideológicamente hacia el oficialismo cuando se trataba de los conflictos económicos, políticos y sociales del país.

A juicio del doctor Esteinou, en ese contexto los únicos recursos existentes ahora para intentar devolver su misión social a los medios públicos, ya no son las políticas gubernamentales ni las propuestas de los partidos políticos, sino las intervenciones ciudadanas a través de los defensores de las audiencias, las garantías de las audiencias y los consejos ciudadanos de comunicación.

Y como él mismo es consejero ciudadano del Canal (de televisión) del Congreso de la Unión, y porque según su razonamiento languideció el vigor de operación de los defensores de audiencias y quedaron muy erosionadas las garantías de las audiencias, “el único recurso que queda… capaz de transfigurar a los canales públicos en medios de comunicación del Estado”, son los Consejos Ciudadanos de Comunicación.

Como ya no existía la Agencia de Noticias del Estado Mexicano en la fecha que fue difundido como artículo periodístico el ensayo ‘Segundo piso de la 4-T: ¿Qué medios de comunicación públicos necesita México?’, el autor sólo mencionó a los medios públicos electrónicos (tales como Radio Educación, Canal 22, Canal 11, Canal del Congreso, Canal Judicial y sistemas estatales de comunicación).

Pero es necesario consignar que Notimex, lo mismo como organismo del gobierno primero, que del Estado después, cuando menos desde los años 80 casi siempre contó con un consejo editorial externo que para nada era complaciente y varios de sus directores generales intentaron conducir la institución como un medio público, y no como oficial.

Lamentablemente, como lo menciona en su trabajo el doctor Javier Esteinou Madrid: “Derivado de la inercia heredada del sistema lopezobradorista (…) para la etapa 2024-2030 tampoco surgieron indicadores sólidos” para convertir los canales del Estado en medios de comunicación de servicio público, “sino al contrario, se retomó de forma expansiva y perfeccionada el antiguo modelo adulador, legitimador, lisonjero, zalamero o elogioso hacia el nuevo gobierno que pretende construir el Segundo Piso de la Cuarta Transformación de nuestra sociedad.”