Por Isidoros Karderinis*
Desde principios del siglo XXI hasta ahora, China ha tenido éxito y ha ascendido al segundo puesto en la economía mundial, después de los EE.UU., lo que le ha permitido ejercer influencia diplomática y económica global, compitiendo con las demás grandes potencias en el comercio y las inversiones, especialmente en África.
África, por otra parte, es una vasta área geográfica del planeta, es el tercer continente más grande del mundo en términos de superficie y el segundo en población (estimada aproximadamente para 2024 en 1.5 mil millones de habitantes). Tiene una superficie de unos 30,2 millones de kilómetros cuadrados junto con las islas circundantes y ocupa el 6% de la superficie total de la Tierra y el 20,4 por ciento de la área terrestre total.
Además, es rica en recursos naturales (petróleo, gas natural, uranio, litio, cobalto, diamantes, oro, cobre, etc.) y, por lo tanto, presenta un gran interés económico. La República Democrática del Congo, por ejemplo, representa aproximadamente el 70% de la producción mundial de cobalto.
Las relaciones de China con los países africanos no son nuevas, por supuesto. Se remontan a la década de 1950, y en concreto a 1955, cuando se celebró la Conferencia de Bandung, en la que los 29 países africanos y asiáticos participantes adoptaron los «Cinco principios para la coexistencia pacífica», que China había acordado inicialmente con la India en 1954. Éstos son: respeto mutuo de la soberanía y la integridad territorial, no agresión mutua, no injerencia mutua en los asuntos internos de los demás, igualdad y beneficio mutuo y coexistencia pacífica.
En aquella época, China firmaba acuerdos comerciales estatales con países africanos, como Argelia o Sudán. También a finales de 1963, el entonces primer ministro chino, Chu Enlai, número dos después de Mao Zedong, realizó un viaje a diez estados africanos en dos meses. Desde entonces, la presencia de China en África ha sido cada vez más intensa.
Los intereses de China en el continente africano se centran en la economía, la política, la seguridad y la cultura. África es importante para-China principalmente como una enorme fuente de recursos para sostener su creciente base manufacturera, así como una fuente de seguridad energética. Al mismo tiempo, China ve a África como un destino importante para sus productos manufacturados de bajo costo.
África también desempeña un papel importante en las organizaciones multilaterales internacionales y, en particular, en aquellas en las que cada país miembro tiene un voto. Por ello, China está tratando de atraer a los gobiernos africanos para obtener apoyo a sus políticas en el escenario internacional.
De hecho, desde 2002 está en pleno funcionamiento el Foro de Cooperación China-África (FOCAC), cuyos miembros son 53 países africanos (es decir, todos ellos plenamente reconocidos, salvo el Reino de Eswatini, que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán), y que funciona a tres niveles, siendo el más alto el ministerial. También se celebra cada tres años, alternando entre un país africano y China. La última conferencia del FOCAC se celebró en Pekín del 4 al 6 de septiembre de 2024.
En esta 9na Conferencia, el Presidente chino, Xi Jinping, se comprometió a proporcionar a África 360 mil millones de yuanes (50.7 mil millones de dólares) en apoyo financiero durante los próximos tres años, al tiempo que prometió que su gobierno ayudaría a crear al menos un millón de empleos en el continente.
El FOCAC, creado en 2000, es el principal mecanismo de coordinación multilateral entre los países africanos y China y se basa en las declaraciones sobre los principios de coexistencia pacífica. El FOCAC es el principal canal a través del cual China proporciona recursos a los países africanos. A través del FOCAC, China proporciona ayuda en forma de condonación de deudas (en 2003 se borró 750 millones de dólares a un total de 31 países africanos), ayuda en forma de subvenciones, préstamos blandos y préstamos sin intereses.
Pekín es, por tanto, el principal acreedor y uno de los principales financiadores de numerosos proyectos de infraestructuras. La financiación china se ha destinado a la construcción de autopistas, ferrocarriles (recientemente se han entregado a los gobiernos locales las redes ferroviarias Addis Abeba-Yibuti y Mombasa-Nairobi en Kenia), puertos y centrales eléctricas de producción de electricidad en todo el continente (por ejemplo, en Nigeria, Ghana y Gabón).
Al fin y al cabo, en las ciudades africanas hay más de 3.000 empresas chinas, de las que más del 70% son empresas privadas, que constituyen el pilar de la inversión china en África.
Entre 2017 y 2022, la inversión extranjera directa (IED) de China en África alcanzó los 74 mil millones de yuanes (10.14 mil millones de dólares), lo que representa el 18% de la inversión extranjera directa mundial en África y está a la par de Europa y Estados Unidos.
Pekín es el principal socio comercial del continente africano. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), casi una cuarta parte de las exportaciones africanas se dirigen a China, principalmente minerales y metales, y alrededor del 16% de las importaciones proceden de este país. El comercio de China con los países africanos alcanzó un máximo en 2023, con 282 mil millones de dólares.
Al mismo tiempo, según informó Global Times, los turistas de China visitaron varios destinos africanos en 2024, entre ellos Kenia, Tanzania y Marruecos. De hecho, según esta publicación, Kenia anunció 1.1 mil millones de dólares en ingresos por actividades turísticas similares solo en el primer semestre de 2024.
Además, China se encuentra en una feroz y abierta competencia con Occidente, principalmente con Estados Unidos, en África, y las dos superpotencias tratan de aumentar su influencia política en el continente y su acceso a sus recursos naturales.
La campaña de penetración de China en África adquiere un peso adicional para el régimen chino, ya que reivindica su liderazgo en el llamado «Sur Global», que ha cobrado tal impulso que indica implícitamente la reorganización del poder global entre un mundo viejo y un mundo en ascenso.
Para terminar, quisiera subrayar que China no debe pisotear bajo ninguna circunstancia el principio declarado de no injerencia en los asuntos internos de otros Estados. El futuro de África, brutalmente torturada por el colonialismo europeo (la mayoritariamente explotada en cuanto a sus recursos naturales y su población), debe ser determinado por los africanos, no dictado por ninguna potencia extranjera que intente explotar sus recursos y sus puntos problemáticos en beneficio propio.
*Isidoros Karderinis nació en Atenas en 1967. Es periodista, corresponsal de prensa extranjera acreditado ante el Ministerio de Asuntos Exteriores de Grecia, además de economista, novelista y poeta. Sus artículos han sido publicados en periódicos, revistas y sitios web de muchos países del mundo. Facebook: Karderinis Isidoros.
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