Estas sustancias ponen en riesgo la salud de las personas que trabajan en el campo, que en muchas ocasiones no disponen de medidas de seguridad adecuadas, al tiempo que devastan el entorno natural
Por Ana Tuñas Matilla
Madrid.- Los tomates son los alimentos frescos de consumo diario que más cargados de plaguicidas llegan a nuestras mesas, con hasta 31 tipos diferentes hallados en tomates vendidos en España, seguidos de lechugas (23), mandarinas, naranjas y fresas (21) y manzanas, espinacas y uvas de mesa (20), peras (18) y limones (14), según un informe de Ecologistas en Acción.
El documento se basa en los resultados de los análisis llevados a cabo por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre 1.743 muestras de alimentos a la venta en España en 2022, los últimos disponibles, y busca poner de manifiesto la presencia de plaguicidas en productos que se consumen diariamente.
El estudio pone en foco en la detección de tres grupos especialmente tóxicos: sustancias no autorizadas, sustancias candidatas a ser sustituidas por su elevada toxicidad y sustancias que tienen la capacidad de alterar el sistema hormonal, conocidas como disruptores endocrinos.
El informe, titulado «Directo a tus hormonas. Residuos de plaguicidas en los alimentos españoles», alerta demás de que los datos análisis de partida son cada año menos representativos debido a que AESAN continúa su tendencia a la baja en el número de muestras tomadas, situando a España a la cola de la Unión Europea, con sólo 3,61 muestras por cada 100.000 habitantes.
Más de 100 plaguicidas, 59 disruptores endocrinos
Según el estudio presentado por Ecologistas en Acción, entre los alimentos vendidos en España en 2022, tanto importados como nacionales, se hallaron residuos de un total de 106 plaguicidas.
El 36 % de las muestras presentaba residuos de uno o más de ellos, un porcentaje que se eleva hasta el 43 % en el caso de vegetales y frutas.
En concreto, se detectaron 59 plaguicidas disruptores endocrinos (incluido el DDT), 32 plaguicidas no autorizados en la Unión Europea y 17 plaguicidas candidatos a ser sustituidos por sus efectos cancerígenos, sobre la reproducción y hormonales o que reúnen dos de estas tres características: persistencia, bioacumulación y toxicidad.
Revisar los límites legales
Según la misma fuente, toda la población está expuesta a estos plaguicidas «de forma legal», aunque sea en pequeñas cantidades, ya que en el 99 % de los casos no se incumplían los límites establecidos por ley.
Sin embargo, estos límites deberían ser revisados porque no tienen en cuenta que los plaguicidas disruptores hormonales actúan a muy bajas dosis, según defienden los expertos.
Estos límites tampoco tienen en cuenta el efecto combinado de multitud de sustancias, que pone en riesgo la seguridad alimentaria y que no puede ser analizado en ningún estudio de toxicidad, algo sobre lo que lleva alertando la comunidad científica desde hace años.
De alimentos saludables, a cóctel de plaguicidas
Así, según el informe, el «cóctel de plaguicidas» se dio en el 22 % de casos analizados, llegando al caso extremo de hasta 9 plaguicidas distintos en una muestra de pera.
Si atendemos a los plaguicidas hallados en alimentos como lechugas, tomates, aceite de oliva, cebollas, pimientos o pepino, platos en principio saludables, como una ensalada o un gazpacho, se convierten en toda una bomba de relojería para nuestro organismo.
Estas sustancias, añade el documento, ponen en riesgo la salud de las personas que trabajan en el campo, que en muchas ocasiones no disponen de medidas de seguridad adecuadas, al tiempo que devastan el entorno natural que rodea a los campos en los que se aplican los plaguicidas, afectando gravemente a la biodiversidad.
Según la misma fuente, los plaguicidas presentes en los alimentos vendidos en España son «más de los analizados, ya que AESAN no busca en sus análisis la presencia de las sustancias que emplea la agricultura, como el glifosato, el segundo pesticida más vendido en España en 2022 pero cuya presencia no se buscó en ninguna muestra».
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