Dos damas que tuvieron nuestro voto
Por José Antonio Aspiros Villagómez
Empezaremos el año con un tema ligero y memorioso; ya vendrán los asuntos complejos que nos vaticina 2024. Dicen que tendremos una presidenta, pero antes recordemos a otras damas que, aun cuando alejadas de la política, nuestra generación votó por ellas para que siguieran dándonos alegría durante varios sexenios.
Muchas fuentes en Internet señalan que la otrora famosa cantante de cumbias y boleros Sonia López nació en 1946, pero cuando la entrevistamos hace seis décadas en su casa de Lindavista (norte de la Ciudad de México), nos dijo que fue el 11 de enero de 1944 en la capital del país.
Así lo escribimos en un semanario y una revista, y nos llamó la atención el año porque coincide con el nuestro; ella es casi dos meses mayor que este tecleador, y así lo comentamos.
El dato es interesante porque, entonces, en este 2024 ambos estaremos cerrando una década más de vida, y ahora que se acerca el cumpleaños de ella, recordamos sus grandes triunfos desde la adolescencia como cantante de la Sonora Santanera, cuando fue conocida como ‘La Chamaca de Oro’.
Y seguirá siendo ese su sobrenombre artístico, aunque las generaciones posteriores digan que no la conocen (nos lo han afirmado), así como a Angélica María, que también es de 1944 (27 de septiembre, igual que Iturbide), la seguimos recordando como ‘La Novia de México’.
Ambas triunfaron como cantantes y Angélica también como actriz, desde niña, algo que Sonia probó en la cinta Campeón del barrio, pero, según nos aseguró en aquella entrevista, “creo que no nací para el cine, se necesita uno sofisticar mucho y yo no puedo” (semanario Mundo Mejor # 379, 8-XII-1964).
Sonia trajo alegría a las fiestas con los boleros morunos y cumbias que cantó con la Santanera y después como solista, si bien su primer disco fue de música ranchera, género que interpretaba desde el colegio, mientras que Angélica cantó baladas y formó parte de los músicos rocanroleros que, con sus “covers” en español, también entusiasmaron a nuestra generación y saturaron la programación de la radio.
Cuando entrevistamos a Sonia López cometimos un error de principiantes, igual como le pasó a doña Elena Poniatowska en sus inicios, según confesión propia en su libro Jardín de Francia. Así, mientras que para ella una entrevista resultó “dada al queso” y en otras desperdició la oportunidad con personajes importantes, nosotros quisimos convertir aquella que debió ser solamente entrevista de semblanza, en una que tuviera alguna noticia exclusiva.
Por ello, le insistimos a la cantante que dijera cuándo sería su retiro artístico y, algo enfadada, terminó por asegurar que en 1965 (al año siguiente) y así lo publicamos… pero siguió cantando muchos años más para fortuna de sus admiradores, entre ellos el tecleador. Ojalá que la artista, con muchas más tablas en la “artisteada” que nosotros -apenas debutantes- en la reporteada, a los 20 años de edad que teníamos ambos entonces, leyera estas líneas y nos disculpara.
Sonia y Angélica no son las únicas estrellas del espectáculo que tuvimos como contemporáneas. También nacieron en 1944, pero se nos adelantaron en el viaje sin retorno, la actriz Sonia Infante (m. 2019) con quien coincidimos en la misma primaria; las españolas Rocío Jurado y Rocío Dúrcal (ambas m. 2006); la actriz Fanny Cano (m. 1983) de quien disfrutamos su papel como Yessenia en la televisión, y las también actrices Irma Lozano (m. 2013) y Eva Nordvin (m. 2006), noruega esta última que alguna vez fue reconvenida por la Secretaría de Gobernación por haberse referido en la tv al amor libre, el control natal y los anticonceptivos.
Coetáneas también, lo son las actrices Hilda Aguirre, Diana Bracho, Anel Noreña y Helena Rojo. Y si algunas más se nos escapan, ofrecemos una disculpa; carecemos de información acerca de ellas.
Ahora que los oídos ya no ayudan, es inútil querer tocar los discos que aun conservamos de aquellas cantantes y que nos traerían muchos gratos recuerdos y emociones de los años juveniles.
Y tampoco pretendemos que nuestros descendientes los oigan, pues como no se trata de ópera o música clásica que sí son eternas, sus gustos son otros, rápidamente cambiantes en cada nueva generación, y por tanto se trata de música cuya vigencia ya no deciden tanto los aficionados, sino los industriales y comerciantes del espectáculo.
En el pasado y gracias a la radio, las mismas canciones e intérpretes fueron gustadas y escuchadas por padres, hijos y nietos porque no eran productos fácilmente desechables, y porque más allá de Cri-Cri no había música infantil ni juvenil, hasta que como resultado de una rebelión generacional llegaron tantísimos solistas y grupos locales formados por adolescentes como Sonia y Angélica, a quienes luego siguieron los extranjeros, entre los que sobreviven exitosamente algunos Beatles y Rolling Stones que, por mantenerse activos, no cayeron en el olvido.
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