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Mirando al otro lado…

6 pasos al gobierno cívico-militar

Por Ricardo Pascoe Pierce

El saldo del primer gobierno de izquierda (¿?) en México es su intención de quebrar el orden constitucional. El Presidente se ha dedicado a deshacer el régimen de los tres Poderes del Estado republicano, para cambiarlo por un régimen de gobierno cívico-militar sin contrapesos. Él desacata la ley, ignora o ataca cualquier opinión contraria a la suya y venera la norma que promueve la falta de transparencia en el manejo del tesoro público.

¿El establecimiento de un gobierno cívico-militar es amor al pueblo, a pesar de haber prometido, en campaña, regresar los militares a sus cuarteles? AMLO recibió muchos votos por prometer amor al prójimo y ofrecer el regreso de los militares a sus cuarteles.

Develando su esencial mentira, hoy está en proceso de instaurar un régimen cívico-militar, después de haber ofrecido exactamente lo contrario. Es un proceso aún inconcluso, pero que avanza rápidamente. Y se basa no en el amor al prójimo, sino en la polarización social, aderezada con suficiente odio que anticipa conflictos sociales severos.

Entonces, ¿por qué cambió radicalmente y ahora gobierna con los militares? Esencialmente porque le da una fuerza de imposición que no tenía al inicio de su gestión. ¿Cuáles son las razones y operación que dan sustento a su proyecto autoritario, aun revestido de una supuesta democracia?

En primer lugar, considera que para gobernar como él quiere, debe eliminar toda restricción legal que le impone el marco jurídico nacional. Esto explica la frase “no me vengan con que la ley es la ley”. Asociarse con los militares facilita evadir muchas leyes, ambientales, por ejemplo, al declarar las intervenciones castrenses como asuntos de seguridad nacional, aunque sea un simple pretexto para no cumplir con la ley.

Así, puede destruir amplias zonas boscosas de la Península de Yucatán sin tener que contar con Manifestaciones de Impacto Ambiental (MIA) en los múltiples casos donde la ley justamente exige ese tipo de estudio antes de autorizar una obra como Dos Bocas o Tren Maya, por citar sólo dos casos.

En segundo lugar, la alianza estrecha de su gobierno con las Fuerzas Armadas le ofrece una fuente amplia de mano de obra barata, casi semi esclava, para construir una parte de sus obras. Es decir, considera a los soldados rasos como su patrimonio, en tanto Presidente de la República, y pueden representar un ahorro al erario público al darles tareas de constructores de las obras emblemáticas de este sexenio.

En tercer lugar, le permite tejer complicidad por corrupción con el alto mando de las Fuerzas Armadas. Convierte a los mandos castrenses en empresarios, utilizando a sus parientes como “nuevos empresarios” aptos para cachar contratos suculentos. Entre los hijos del Presidente y los hijos de los generales, México presenciará el surgimiento de una nueva burguesía nacida de la casta burocrática del Estado. La intención, obviamente, de esa complicidad es que se transforme en lealtad mafiosa. La corrupción es el huevo de la serpiente.

En cuarto lugar, el hecho de poder declarar que todo lo que toquen las Fuerzas Armadas se ampara en la Ley de Seguridad Nacional permite evadir legalmente toda transparencia en el uso y disposición del recurso público y la rendición de cuentas. También permite ignorar o evadir el ojo inquisitorial del INAI y no contestar sus requerimientos de respuesta a las preguntas de la ciudadanía.

De ese rechazo absoluto de AMLO a rendir cuentas es lo que se refleja en el Índice Mundial del Estado de Derecho recientemente publicado, México cayó al lugar 135 de 139 en materia de corrupción. Sólo 4 países del mundo son considerados más corruptos que México: Uganda, Camerún, Camboya y la República Democrática del Congo. El hecho de que la corrupción haya florecido en el México de López Obrador explica en gran medida su complicidad con las Fuerzas Armadas.

En quinto lugar, construye nuevos aliados estratégicos en su alianza con facciones del narcotráfico. Aquí estriba la pieza más perversa del modelo de gobernanza de AMLO. Pretende extender el poder del narcotráfico hacia los niveles más altos del poder público, en su sexenio y el siguiente. El lema “abrazos, no balazos” no es mercadotecnia.

Es la declaración política más importante de su gobierno. Pretende dar gobernabilidad a México en estrecha alianza y coordinación con el crimen organizado, pero especialmente con el narcotráfico y preferentemente con el Cártel de Sinaloa. Para que sea eficaz ese acuerdo, necesariamente es tripartito: Presidente-Fuerzas Armadas-narcotráfico. Y para asegurar la disciplina de todos esos actores, es necesario que la Guardia Nacional esté bajo el comando del secretario de SEDENA para evitar que ande con otra política respecto al narcotráfico.

Por último, y en sexto lugar, las Fuerzas Armadas son un aliado cuyos servicios se podrían requerir en el caso de perder las elecciones en junio próximo. Sería, incluso, el momento propicio para imponer, ahora sí completamente y en toda su forma, el nuevo régimen cívico militar, trastocando los poderes legislativos y judiciales, convirtiéndolos en actores de barro en la gestión del poder público.

O, incluso, desapareciendo o transformando esos órganos fundamentales para el funcionamiento de una República democrática. Estos 6 pasos son la trayectoria en curso que AMLO construye para recrear el poder estatal en México a su imagen y semejanza. Con ello pretende tener la fuerza de imposición de su proyecto político transexenal.

Obviamente será necesario transformar la Constitución totalmente. Para ello, busca lograr la mayoría calificada en el próximo Congreso. De ahí que la oposición tiene la difícil, pero posible, tarea de ganar la Presidencia de la República, la mayoría en el Congreso nacional y la Ciudad de México para frenar el proyecto de la instauración de una República Popular Mexicana.

6 pasos que, uno a uno, y luego todos juntos, construyen el perfil del régimen autoritario que ofrece AMLO y que estará en la boleta el próximo 2 de junio. Estaremos convocados a decidir entre autoritarismo o libertad. Nuestro voto será el fusil más potente ese día.

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