Actualmente sólo el 1 % de la alta mar está “debidamente protegida”, recuerdan, y para alcanzar el objetivo 30×30 “deben protegerse cada año unos 11 millones de km2 de océano
Madrid, (EFE).- A menos de una semana de la firma del Tratado de Alta Mar, una investigación de Greenpeace advierte sobre la creciente presión pesquera a la que se enfrentan los océanos: entre 2018 y 2022 las horas de pesca aumentaron en un 8,5 %, y en las zonas que se recomienda proteger en un 22,5 %.
El Tratado Global de los Oceános, también llamado Tratado de Alta Mar, es según los autores del informe “la única manera” de lograr el objetivo de proteger el 30 % de la biodiversidad en 2030 (referido como «30×30» por la fórmula en inglés “thirty by thirty”), por lo que Greenpeace insta a los Gobiernos a que lo firmen y ratifiquen cuanto antes.
“El tiempo no está de nuestra parte”, recalcan en el documento, titulado ’30×30: Del Tratado Global de los Océanos a la Protección en Alta Mar’, que Greenpeace ha publicado este jueves y que ha elaborado con datos de Global Fishing Watch y en colaboración con investigadores de la Universidad de Exeter.
“Necesitamos que además de proteger el 30 % de las aguas internacionales en las que no se podría realizar ningún tipo de actividad pesquera ni ningún otro tipo de actividad que genere un impacto, se reduzca la pesca en el resto de las aguas. No es sostenible que sigamos extrayendo tantos recursos del mar”, señaló a EFE la portavoz de Greenpeace Marta Martín-Borregón.
La presión sobre los recursos marinos, lejos de reducirse a medida que el mundo ha ganado conciencia acerca de la sobreexplotación de los caladeros y sus consecuencias sociales, ambientales y económicas, ha aumentado en los últimos años, tal y como expone el análisis.
Las horas de pesca se incrementaron en un 8,5 % entre 2018 y 2022 hasta llegar a casi 8,5 millones; y aumentaron todavía más (un 22,5 %) en precisamente aquellas áreas que el anterior informe de Greenpeace sobre las amenazas a los océanos, publicado en 2019, recomendaba proteger.
“Lo más chocante es el nivel de sobrepesca que hay en zonas que la Convención de Diversidad Biológica ha demostrado que deben ser protegidas; los datos de pesca en estas zonas son realmente alarmantes, cada vez va aumentando más, cuando lo que hay que hacer es suprimir la pesca allí para que los stocks pesqueros se puedan recuperar”, aseveró Martín-Borregón.
El tipo de pesca más común en alta mar -la parte de los océanos que queda fuera de las aguas jurisdiccionales de los países, a partir de las 200 millas náuticas desde la costa- es la pesca con palangre, que representa más de tres cuartas partes de toda la actividad pesquera en aguas internacionales.
“Estas enormes líneas de pesca tienen miles de anzuelos con cebo y pueden superar los 100 km de longitud. Este tipo de equipamiento destructivo provoca altos niveles de capturas incidentales, ya que atrapa todo lo que encuentra a su paso”, detalló.
Así, los barcos que emplean este arte de pesca se llevan a veces capturas involuntarias de especies de mamíferos marinos, tortugas, aves marinas y algunos tiburones, indica el documento.
Desde Greenpeace instan a los gobiernos a que firmen el Tratado de Alta Mar en la Asamblea General de la ONU el próximo miércoles -España ya ha avanzado que lo hará, tal y como acordó el Consejo de Ministros el martes-, a que lo ratifiquen para junio de 2025 y a que propongan santuarios marinos, «refugios seguros para la vida marina», a salvo de las presiones humanas.
Greenpeace sugiere tres lugares concretos en alta mar para que formen parte del primer conjunto de santuarios oceánicos: los montes submarinos Emperador, en el noroeste del océano Pacífico; el mar de los Sargazos, en el océano Atlántico; y el sur del mar de Tasmania/Lord Howe Rise, entre Australia y Nueva Zelanda.
Actualmente sólo el 1 % de la alta mar está “debidamente protegida”, recuerdan, y para alcanzar el objetivo 30×30 “deben protegerse cada año unos 11 millones de km2 de océano, más que la superficie de Canadá (18 veces más grande que España)”.EFE
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