La principal herramienta
Por José Antonio Aspiros Villagómez
Una pequeña nota con crédito al autor, que sólo ocupó media página en la revista Héroes de junio de 1958, constituyó para este tecleador -quien entonces tenía 14 años- el primer atisbo vocacional de lo que vendría a ser más adelante su profesión.
Ahora que se cumplieron 65 años de aquel “debut”, es pertinente aclarar que, Héroes, fue una revista que hicimos los alumnos de la escuela secundaria diurna número tres, ‘Héroes de Chapultepec’, de la Ciudad de México, y que nuestra notita versó sobre la historia de ese plantel fundado el 13 de abril de 1926.
Hubo nuevas muestras de inquietud periodística a partir de 1960, y en 1964 comenzó la actividad profesional mucho antes de la titulación tras cursar la carrera en la Escuela de Periodismo ‘Carlos Septién García’.
Vista en retrospectiva, esa resultó ser una trayectoria un tanto heterodoxa porque, mientras la mayoría de nuestros colegas veteranos aseguran haber sido y seguir siendo reporteros “hasta el último día de vida”, en su caso el tecleador también fue reportero por un periodo prudente, pero no se limitó a esa actividad pues desempeñó muchas otras funciones periodísticas dentro de los medios, que incrementaron sus experiencias y conocimientos y le permitieron encontrar su lugar en la profesión.
Aquel texto de 1958 tenía una pésima redacción y mucho de lo escrito después también resultó perfectible, por lo que, conscientes de ello, una de nuestras inquietudes en el ejercicio profesional fue no solamente encontrar qué decir, sino cómo decirlo bien.
Es cierto que desde la primaria aprendimos lo que se llamaba entonces “lengua nacional” o “castellano”, y cierto también que en la escuela de periodismo conocimos las características de los diversos géneros informativos y de opinión, pero había que aplicar esas teorías a la práctica hasta encontrar un estilo propio y afín al de los medios donde trabajamos.
En la actualidad, debido a los imperativos de las nuevas tecnologías la estructura y estilo de los géneros ha cambiado notoriamente, al menos en los medios digitales donde primero dan el contexto con muchos rodeos y luego la noticia, pero no se ha modificado la exigencia implícita de escribir correctamente.
Por ello, con el tiempo llegamos a la conclusión muy personal de que la principal herramienta de los periodistas no es el Smartphone (como antes tampoco fue la máquina de escribir), sino el idioma español. Y con más razón desde que fuimos invadidos ya en la era tecnológica por conceptos y términos nuevos pero extranjeros, que debemos dominar, más otros innecesarios, aunque frecuentes como, por ejemplo, el muy manido “fake news” que bien podemos cambiar por “noticias falsas”.
En 2017 fue publicado el libro Periodismo del siglo XXI. Notimex, ecosistema digital, donde la hoy abandonada Agencia de Noticias del Estado Mexicano y el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (Coneicc), abordaron el asunto.
La obra fue una puesta al día del trabajo periodístico bajo la coordinación del entonces director de Notimex, Alejandro Ramos Esquivel, con la coautoría de los periodistas Esther Arzate Hitrón, José Luis López Aguirre y nuestra amiga y colega Leticia Mancilla Vidal.
Su contenido trata desde la aparición de Internet hasta la adaptación del periodismo a la era digital, en los aspectos de estilo, tecnología y comercialización. En reciente sesión-comida del Club Primera Plana, el coordinador de comunicación social del Senado de la República, Abelardo Martín Miranda, se refirió a una de las consecuencias de esos cambios tecnológicos.
Se produjo, aseguró, una modificación en la oferta y la demanda de contenidos y ahora es necesario llenar los medios digitales con lo que sea las 24 horas de los 365 días del año, lo cual ha generado que difundan “información chatarra” que no cumple con el cometido del periodismo profesional.
Todo un tema el que trató nuestro amigo de décadas y en el que nos gustaría abundar y poner ejemplos, pero es preciso volver al libro de Notimex y el Coneicc y al tema central de estas líneas, porque también se refiere a las numerosas habilidades que debe dominar el periodista moderno, sin soslayar la “obligación” de “tener ortografía y redacción correctas”, aunque la pone en segundo término después del “dominio de idiomas (…) al menos el inglés”.
Y se ocupa de algo también mucho muy importante: cómo manejar las situaciones de estrés, un problema de salud que no es privativo de la era moderna, aunque al parecer se ha agravado al aumentar las exigencias y los riesgos; pero ha existido siempre, y lo sabe muy bien el sufrido, pero todavía resistente colon nervioso de este tecleador, luego de sus varios años en la talacha casi desde aquellos pinitos en la revista Héroes.
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