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Vivito y coleando

Por Armando Ríos Ruiz › tabloiderevista.com

El Presidente ya dio señales de que está vivito y coleando, para continuar el tono de sus mismas palabras, con las cuales parafraseó aquella expresión atribuida a Tirso de Molina y a José Zorrilla, pero que, de acuerdo con los conocedores, pertenece a nuestro dramaturgo y poeta, Juan Ruiz de Alarcón: el muerto que vos matáis, goza de cabal salud.

Con esas palabras, dicen los diarios, ayer emitió un mensaje en el que aceptó haber sufrido un desmayo en un evento en Yucatán. Sostuvo además que ’empezaron las especulaciones, porque mis adversarios tienen mucha imaginación’. Como siempre, los culpables de todo lo malo que ocurre en México, inclusive con su propia salud, son otros.

La realidad es que el comportamiento de sus propios funcionarios fue el que propició toda la maraña de díceres, debido a un reprobado comportamiento que exhibió su incapacidad para enfrentar un episodio como el que se vivió el domingo pasado y los días subsiguientes, con la salud del máximo mandatario del país.

Si en este renglón que no ofrece ninguna, absolutamente ninguna dificultad, sino sólo decir la verdad, ofrecieron a los mexicanos una sarta de disparates, ¿en qué incongruencias no incurrirán cuando se trata de su quehacer?

Su vocero, Jesús Ramírez, fue el primero en afirmar que lo del malestar del Presidente era una mentira urdida por un periodista yucateco. No obstante, éste se mantuvo en su dicho y volvió a repetir que vio cuando el mandatario se desplomaba inconsciente. Fue secundado por el bien llamado Florero del Edén, Adán Augusto López, secretario de Gobernación, quien también aseveró que tal versión era una falsedad.

¿Cómo quedan todos, desde el mismo Presidente hasta sus servidores públicos? Como mentirosos. Un calificativo que ya ni mella les hace, porque todos los días unos las vierten y otros las avalan. El Ejecutivo no advirtió que la andanada de especulaciones se debe a sus corifeos y echó culpas.

De todos modos, el hecho de que el Presidente haya emitido un mensaje sobre su estado de salud, no lo exime de las enfermedades que padece y lo que ocurrió y que ahora, él mismo reconoció, se trata de un aviso serio, como ha tenido otros, al que hay que prestar la atención debida. ¡Está enfermo y eso es suficiente para observar las recomendaciones y los cuidados necesarios, con tal de que su vida transcurra de la manera más normal posible!

Nadie lo quiere fuera de circulación de manera definitiva, porque hasta sus adversarios saben que, bien o mal, su ausencia produciría un verdadero caos. Se notó el martes, que los legisladores comenzaron a trabajar a marchas forzadas para desahogar de alguna manera, todas las iniciativas enviadas por el Presidente y hasta para desechar las inviables.

Lo que sí necesita, es dejar las conferencias madrugadoras que de por sí no sirven de mucho. Que le producen, más que agruras, el aumento de sus dolencias y la mengua de su salud, de por sí precaria a simple vista y que ya le ha ocasionado sustos, por más que a cuadro, diga que no pasa nada y pretenda verse como el hombre más valiente de su mandato.

Ya se había hablado de la necesidad de apartarse de ese encargo que él solo se echó a cuestas y que no sirve más que para culpar y sentenciar, erigido en juez y parte. Para depauperar a los enemigos que su irritación y sus complejos le han ayudado a crear y para mentir y mentir sin freno. Pero también para menguar su salud por hacer corajes que seguramente, sus médicos le han aconsejado superar o dejar de lado.

Apesar también de que, como muchos aseguran, después no hace absolutamente nada, salvo alguna que otra reunión. El señor de Macuspana es un hombre común y corriente. No es súper dotado en nada y está a expensas de las enfermedades como cualquiera. Debería delegar y descansar ¿Quién lo creería?

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