En la actualidad, estamos viendo un aumento en los discursos de odio hacia la comunidad LGBTIQ+ que se están convirtiendo en una verdadera cruzada anti derechos.
Con impunidad, los promotores de estos discursos avanzan en su agenda mientras las instituciones de protección y no discriminación parecen estar debilitadas o sin la acción contundente que deberían tener.
Esto se agrava aún más debido a la falta de empoderamiento de la población LGBTIQ+ y la vorágine de casos, lo que ha generado una gran inacción en la denuncia de estos casos.
Un ejemplo reciente de esta situación es la andanada de ataques al festival drag que se llevó a cabo en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia de la Ciudad de México.
Estas críticas se basaron en prejuicios y discriminación hacia la comunidad LGBTIQ+ y reflejan la falta de empatía hacia las personas que deciden vivir su vida de forma libre y auténtica.
La situación es alarmante, pero no es algo nuevo. El desdén por parte de las instituciones y el empoderamiento insuficiente de la población LGBTIQ+ ha sido una constante. En México, la ley de infancias trans de la Ciudad de México y la reforma a nivel federa #NadaQueCurar han sido congeladas y no han avanzado en el proceso legislativo.
Además, el Estado ha demostrado una gran inacción frente a los problemas de salud de las disidencias sexuales. Las deficiencias del programa para la PrEP, la falta de apoyo a las organizaciones civiles, la deficiente atención médica a personas que viven con VIH, y la negativa a autorizar y proveer la vacuna contra la viruela símica son ejemplo de ello.
Al mismo tiempo, la división y pugna entre las organizaciones pro LGBTIQ+ y la falta de un rumbo claro en la lucha estratégica de las causas es otro problema que se presenta en la actualidad.
Esto se agrava aún más por la sucesión presidencial adelantada y la polarización, lo que dificulta aún más la posibilidad de avanzar en la lucha por los derechos LGBTIQ+.
En vista de esto, es urgente y necesario reorganizar los activismos y las colectivas de base comunitaria para hacer frente a los desafíos actuales. Esto implica salir a las calles, conquistar los espacios públicos, reclamar y protestar.
Por ejemplo, es importante recuperar los espacios del mes del orgullo, secuestrados por intereses político-electorales y comerciales, para que estos espacios vuelvan a ser una plataforma para la defensa de los derechos de la comunidad LGBTIQ+.
En conclusión, es necesario un cambio de paradigma en la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+. La omisión parte de las instituciones y la inacción de la población frente a los casos de discriminación hacen necesario un fortalecimiento de los activismos y las colectivas de base comunitaria. Solo así podremos hacer frente a los desafíos actuales y avanzar en la lucha por los derechos LGBTIQ+.
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