Los mercados financieros se pusieron muy nerviosos cuando simultáneamente tres bancos regionales norteamericanos experimentaron problemas
Por Manuel Valenzuela V.
Apenas hace dos semanas estábamos hablando de la fortaleza de la moneda mexicana frente al dólar, que alcanzó a bajar en su cotización de los 18 pesos por dólar estadounidense, cuando el proceso se revirtió debido al nerviosismo ocasionado por el colapso del Silicon Valley Bank de Estados Unidos y sus repercusiones en el mundo. El peso mexicano regresó a niveles de los 19 pesos por dólar y aún no sabemos el nuevo nivel de equilibrio temporal que alcanzará.
Lo cierto es que los mercados financieros se pusieron muy nerviosos cuando simultáneamente tres bancos regionales norteamericanos experimentaron problemas: el Signature Bank, el First Republic Bank y el ya mencionado Silicon Valley Bank. A pesar de ser bancos relativamente pequeños, sus dificultades financieras y la repentina huida de los depósitos de sus arcas debido a la pérdida de confianza de los depositantes, su caída repercutió en Europa donde el banco suizo Credit Suisse entró en problemas de liquidez y tuvo que ser respaldado por el Banco Central de ese país.
La rápida acción de los gobiernos y las autoridades monetarias y las más rígidas regulaciones monetarias existentes en el mundo hoy, a diferencia de 2008, parecen haber calmado las aguas por ahora, pero aún no se ha restablecido la confianza plena en que el peligro de una crisis financiera haya pasado completamente.
De cualquier manera, como sucede siempre ante cualquier señal de incertidumbre, los grandes fondos de inversión mueven sus capitales hacia instrumentos que ofrecen más seguridad ante cualquier eventualidad, como es el caso de los bonos del tesoro norteamericano, y tienden a salirse de los activos financieros valuados en las monedas de los países emergentes. Eso es lo que parece estarle sucediendo al peso mexicano, que en días recientes perdió alrededor de un peso en su cotización frente al dólar y regresó a niveles cercanos a los 19 pesos por cada unidad de la moneda de los Estados Unidos y no es descartable que siga cayendo.
En un artículo reciente de Manuel Sánchez González, quien fuera vicegobernador del Banco de México, explica que si bien es cierto que la paridad del peso frente al dólar suele explicarse en el largo plazo, por la paridad del poder de compra (PPP), es decir por los diferenciales en los niveles de inflación en los dos países, en el corto plazo dicha paridad tiene a experimentar periodos de fuerte volatilidad que no son explicados por esa variable (PPP), sino por múltiples factores coyunturales.
Sánchez González nos recuerda que, de acuerdo con una encuesta realizada en abril de 2022 por el Banco Internacional de Pagos (BIS por sus siglas en inglés), el peso mexicano es la tercera moneda más usada en las operaciones internacionales con divisas, entre las de los países emergentes, solo superada por el renmimbí chino y la rupia de la India, y que la operación promedio diaria del peso en ese año fue de 114 mil millones de dólares, que es una cantidad muy significativa.
Menciona también que el 82 por ciento de las transacciones en pesos fueron intercambios en los que ambas contrapartes están domiciliadas fuera de México. Es decir, tanto los vendedores como los compradores de valores en pesos residen fuera del país, por lo que la reapreciación o devaluación del tipo de cambio no está relacionada con la entrada y o salida física de dólares del país, sino más bien con el apetito por el peso que tengan los agentes en el mercado financiero global.
Basado en lo anterior, podemos decir que la reapreciación significativa que el peso mexicano había experimentado en meses recientes se debe a que, en las condiciones de relativa estabilidad financiera que estuvimos experimentando, los valores en pesos (bonos gubernamentales principalmente) fueron preferidos por los inversionistas debido a que los diferenciales de las tasas de interés con respecto a la inflación han sido positivos y ofrecen una ganancia mayor que otras monedas.
Sin embargo, cuando se experimentan periodos de incertidumbre, como el que parecen haber abierto la situación de la quiebra de los bancos mencionados, la aversión al riesgo hace que los capitales invertidos en monedas de países emergentes, salgan de ellas y se refugien en monedas fuertes o en otros activos como el oro. En esos casos se prefiere la seguridad a la ganancia de corto plazo. Eso parece ser lo que ha pasado en las dos semanas recientes.
De cualquier manera, mientras los fundamentos de la economía permanezcan sólidos y el país siga ofreciendo ventajas para invertir, lo mismo que la autoridad monetaria siga firme en su compromiso de combatir la inflación y determinando la tasa de interés en el mismo sentido que la FED lo haga, el tipo de cambio peso dólar, pese a la volatilidad en el corto plazo, volverá a los niveles que explican su tendencia de largo plazo, de acuerdo con la paridad del poder de compra.
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