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Editorial…

¿Sueño o realidad?

La regionalización es un proceso que comenzó en el mundo a raíz de la guerra comercial entre China y Estados Unidos y se agudizó con la pandemia del coronavirus con la finalidad de lograr cadenas de producción más cortas, ágiles y capaces de reaccionar más rápido ante futuras crisis.

En la Cumbre de Líderes de América del Norte, que se llevó a cabo en la Ciudad de México, los presidentes de Estados Unidos y México, Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente; así como el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, acordaron trabajar juntos para impulsar la región de Norteamérica y sustituir importaciones.

López Obrador pidió trabajar no solo por la región, sino por sustituir importaciones ayudados por los demás países del continente americano.

Por razones diferentes, las dirigentes de los tres países: geopolíticas de Estados Unidos, nacionalistas de López Obrador y las de Canadá más alineadas con las estadounidenses, le dieron luz verde a esta iniciativa, sostuvo Arnulfo Valdivia, exembajador de México en Colombia.

La idea de López Obrador sigue una lógica basada en recomendaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), “que predica el tema del desarrollo industrial, doméstico, a través del apoyo Estatal y, como un punto central, la industrialización a partir de la sustitución de importaciones”, explicó el diplomático en entrevista.

«Aumentar el comercio regional no es malo. Es un objetivo deseable”, comentó Juan Carlos Baker, exsecretario de comercio exterior de la Secretaría de Economía (SE).

«Si hay algún tipo de plan o acuerdo para que se avance ello sería novedoso» añadió.

Como región, es necesario tener una mayor integración, pues Norteamérica se ha rezagado, comparada con Europa y Asia.

“Si bien el comercio en Norteamérica ha aumentado mucho, si nos ves como región estamos menos integrados que Europa o que Asia. Ellos han hecho mejor trabajo en integrarse”, apuntó por su parte Carlos Capitán, economista en jefe para México de Bank of America Securities (BofA).

Que aumente el contenido regional no solo beneficiará a América del Norte, también a México, siempre y cuando no solo se maquilen los productos finales, sino que haya un proceso que les agregue valor, explicó el directivo de BofA.

Entre más empresas haya en México que realicen dichos procesos a los productos finales, el impacto en la economía nacional será más grande, aseguró.

Para lograr la integración de la región, apuntó Baker Pineda, quien también es académico de la Universidad Panamericana, hay varios puntos que se tiene que atender antes de llevar a cabo dicho plan:

1. No violar los acuerdos comerciales que ya han firmado los países de Norteamérica. «¿Cómo se implementaría un plan de este tipo, que al mismo tiempo evite discriminar a los socios?», cuestionó Baker Pineda.

2. Cumplir con temas de calidad y precio. «Traer una importación de un país de los nuestros más cara que de otro país, es un despropósito», advirtió.

«La sociedad va a acabar pagando esos costos. No todos los productos son susceptibles de ser fabricados en la región «, ya sea por temas de materia primas, tecnológicos o patentes, agregó.

3. Coordinación y cooperación: Se tiene que trabajar de manera conjunta entre gobiernos y el sector privado.

Norteamérica y el mundo han desarrollado a través del tiempo cadenas de proveeduría y producción. Así que, sustituir las importaciones es un proceso que tomará varios años.

Se tienen que organizar desde proveeduría de primer, segundo y tercer nivel; hasta aduanas y sistemas de pago, dijo Juan Carlos Baker.

Tomando en cuenta que la globalización está en transición a esquemas más regionales, no solo hay países en el continente que compiten y ofrecen ventajas para atraer inversión y un lugar para reubicar las cadenas de producción y suministro.

“Es mejor tener a tus proveedores en Tijuana, que en Shanghai o en Filipinas”, señaló Valdivia.

En América Latina, además de México, hay países como República Dominicana, Colombia y Perú que están levantando la mano para ser considerados destinos para la relocalización de empresas (nearshoring).

En Asia, Vietnam y Malasia tienen características similares, aunque destinados a atender mercados como el japonés o el coreano. Mientras que en Europa hay naciones como Polonia.

Hay un punto fundamental para esta relocalización, dijo Arnulfo Valdivia, que tiene que ver con los costos de transporte y logística. Después del coronavirus, los costos han aumentado.

“Un contenedor que antes te costaba 4,000 dólares traerlo de China, hoy está en 18,000 o 20,000 dólares; los costos hoy son seis veces más altos de lo que era en 2019. La tendencia no solo es traer estos sectores a este lado del mundo”, concluyó el especialista.

@joseavilamunoz