Por Judith De Jorge
MADRID. – Podrían hacerse unas cuantas comparaciones con conflictos humanos, desde guerras a reyertas familiares, pero para no caer en un lodazal como los protagonistas de esta historia, mejor será evitarlas. El caso es que un pequeño estudio llevado a cabo con un centenar de cerdos de una granja de Turín (Italia) sugiere que estos animales a los que insultamos cada vez que nombramos pueden darnos alguna que otra lección a la hora de resolver nuestras trifulcas. La investigación, dada a conocer en la revista ‘Animal Cognition’, indica que la intervención de un mediador entre dos ejemplares que pelean reduce el número de ataques del agresor y la ansiedad de la víctima. Ellos sí que saben.
La resolución de los conflictos entre animales sociales -los cerdos también lo son- suele llevarse a cabo de dos maneras: o los oponentes se reúnen tras la agresión para reconciliarse o un tercero se interpone entre ambos contrincantes para reducir la agresión o la ansiedad de la víctima. Esto es lo que se conoce como contacto triásico.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Turín quería averiguar cómo se las arreglaban los cerdos domésticos. En la granja ética (sic) Parva Domus, observaron e identificaron las interacciones entre los marranos. Antes, para saber qué relaciones mantenían entre ellos, identificaron cada generación en función de su raza, tamaño y marcas, y analizaron genéticamente 31 ejemplares.
Golpes, empujones y mordiscos
Como embajadores de buena voluntad, los científicos registraron las interacciones entre los cerdos de junio a noviembre de 2018. Observaron comportamientos agresivos como golpear la cabeza, empujar o morder. Cada felonía era seguida durante tres minutos y después anotaban (los investigadores, no los cerdos) el género, el parentesco y la edad de los participantes.
Los autores observaron que, tras la pelea, tanto el agresor como la víctima mostraban conductas de reconciliación bastante tiernas, como el contacto hocico con hocico, sentarse juntos y apoyar la cabeza en el otro. Y estas acciones eran empezadas tanto por el agresor como por la víctima sin distinciones. Sin embargo, la proporción de conciliaciones era significativamente mayor entre los cerdos con parentesco más distante en comparación con los cerdos con parentesco más cercano.
Apoyo social
Los investigadores creen que los cerdos son mucho más que unos jamones con cuerpo. Inteligentes, son capaces de valorar las diferentes relaciones en función de lo que pueden brindarles, como el apoyo social. Como pasa hasta en las mejores familias, el daño causado por pelear entre parientes cercanos (hermanos o medio hermanos) puede ser menor porque se consideran relaciones más seguras. Sin embargo, es más probable que los cerdos que son parientes lejanos se reconcilien para asegurarse de que todavía tienen apoyo social y acceso a los alimentos dentro del grupo.
Cuando un mediador intervenía espontáneamente después de una pelea, los efectos cambiaban. Si se acercaba al cerdo agredido, los ataques no paraban, pero este reducía el número de comportamientos ansiosos como temblar, rascarse, masticar con la boca vacía y bostezar. Sin embargo, si el mediador se acercaba al agresor, el número de ataques se reducía significativamente.
Y como ocurre con los humanos, más mediadores se inmiscuían en el conflicto si intervenía un ejemplar con el que estaban estrechamente relacionados. Los autores sugieren que esto indica que los cerdos valoran ciertas relaciones y pueden apoyar a parientes cercanos.
Los investigadores sostienen que los cerdos son mamíferos con emociones y que pueden tener habilidades para regularlas y cambiar su propia experiencia y la del grupo. En un futuro quieren investigar a otros grupos de puercos, a ver si utilizan las mismas estrategias y resuelven las cosas juntando sus hocicos en vez de darse mordiscos.
*Publicado en portal https://www.abc.es/
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