Por Antonio Magaña.
“Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, dijo el padre Pato Ávila, en la misa de cuerpo presente de sus hermanos jesuitas “El Gallo” y “El Morita”.
El país está sumido en la violencia, la criminalidad y, es una tontería, seguir escuchando que todo es culpa de Calderón, García Luna y los marcianos.
Una tontería, el seguir escuchando que “se combaten las causas”, que hay “otros datos” y que no se cambiará la estrategia de “abrazos no balazos”.
La decisión, de no actuar contra los criminales y, dejar que se paseen a sus anchas por todo el territorio nacional, provocó el INCREMENTO de la DELINCUENCIA, el NARCOTRÁFICO, la EXTORSIÓN y los HOMICIDIOS.
La política de los abrazos, es la de la impunidad, la de reducir al mínimo la intervención del Estado, el laissez faire, laissez passer, a la delincuencia.
Se dice que se combaten las causas, pero miles de jóvenes se siguen enganchando al crimen organizado y, durante el sexenio, millones de mexicanos cayeron y caerán en la pobreza.
Las dádivas para los pobres no son suficientes para combatir las causas. Lo fundamental es ayudarlos a salir de pobres.
Como candidato, López Obrador sabía cuál era el problema para combatir la violencia: crecer al 4% anual. Tan conocía cómo combatir las causas, que lo sintetizó en el primer debate de 2018:
“La violencia se desató en el país porque no ha habido crecimiento económico en 30 años en términos reales, si no hay crecimiento económico, no hay empleo, no hay bienestar, no puede haber paz, ni tranquilidad”.
Como candidato conocía el problema, como presidente, no supo cómo resolver
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