Por Antonio Magaña.
Los cruces fronterizos a California son tierra de nadie. No hay autoridad que ponga orden al tremendo desorden.
Los dueños de vialidades y banquetas son los vendedores ambulantes, taxistas, polleros, limpiavidrios, franeleros y viene-viene que controlan los accesos a las filas de automóviles.
La semana pasada, una riña, entre un automovilista y uno de estos hombres, provocó la muerte de este último en la línea Mexicali-Calexico.
Todos los días se registran accidentes de tránsito y pleitos entre quienes hacen fila para ir a trabajar o llevar a sus hijos a la escuela.
Por la madrugada, cuadrillas de trabajadores agrícolas, se meten en la fila de a pie sin que nadie les diga nada.
Las líneas SENTRI, de San Isidro u Otay, son acosadas por las “gaviotas” quienes, por sus pistolas, se meten a la fila de autos con esperas de hasta una hora.
El tiempo de espera, para quienes no tienen SENTRI, son de hasta 6 horas, lo que orilla a muchos automovilistas a orinarse dentro de sus vehículos.
Por la garita de San Isidro, a diario, cruzan más de 80 mil tijuanenses. El 30% del PIB de Tijuana, lo generan los tijuanenses quienes, hacen las filas inhumanas para ir a trabajar al otro lado.
Las autoridades, de los tres órdenes de gobierno, siguen con sus payasadas de la “coordinación policiaca”, pero son incapaces de poner orden en la frontera por donde cruzan más de 100 millones de mexicanos al año.
A quienes gobiernan, se le llena la bocota con “las remesas” y los dólares de nuestros paisanos, pero les importa un pito de calabaza lo que sucede en los cruces fronterizos; no hacen nada para que sean más cómodos y seguros, o de enviar, tan siquiera, una notita diplomática a las autoridades norteamericanas para que agilicen el cruce de quienes le dan oxígeno a la economía mexicana.
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