Fauna silvestre y el cimarrón
Por César Villalobos López
Las actividades cinegéticas, bajo condiciones sustentables, son una importante fuente de ingreso para propietarios de la tierra en donde se hacen los aprovechamientos con base en estudios sobre el comportamiento de las especies, sus condiciones de hábitat y bajo la supervisión o vigilancia de profesionales en la materia.
En México, la presencia de estudiosos y conocedores de la fauna, así como la aportación de grupos interesados en los aprovechamientos sustentables de la fauna silvestre, llevaron a modificaciones en la legislación y se crearon las UMAS -Unidades de Manejo y Aprovechamiento Sustentable- para la extracción de las especies en número y condiciones que no afecten la sobrevivencia de ellas.
Por mucho tiempo, el Valle de Mexicali fue un importante atractivo para el turismo extranjero la cacería de la paloma huilota, ala blanca y otras que han hecho de esta zona un nicho de reproducción, al igual que el faisán de collar, hermosa herencia oriental con versiones distintas sobre su llegada a la zona agrícola.
Las UMAS fueron diseñadas de tal forma que el propietario o usufructuaste de la tierra donde se hacen los aprovechamientos se beneficien de la especie de que se trate, en tanto los organizadores cinegéticos generen ingresos con la prestación de los servicios de tramitología y atención a los grupos de cazadores.
Es lamentable que, en el valle de Mexicali, principalmente, sean muy pocos y contados los tenedores de la tierra que aprovechan ese beneficio y es que sin una visión del beneficio económico que podrían lograr con la integración de servicios, los agricultores desdeñan ese filón de oro.
Esa falta de interés propicia el desorden, cuyo rio revuelto es aprovechado por algunos gestionadores de UMAS, quienes sin una inversión para el sostenimiento del hábitat de las especies soslayan el compromiso de quienes invierten para cultivar la tierra y nos les repercuten económicamente lo que les correspondería.
Desconocemos cuantos organizadores cinegéticos y/o propietarios de UMAS existan en el estado, pero en el valle de Mexicali son contados quienes llegan a formalizar arreglos económicos con los tenedores de la tierra.
Por nuestra experiencia, en la zona costa, los ejidatarios dan la impresión de tener un mayor control en el aprovechamiento de la fauna silvestre menor y de pluma.
Por cuestiones de erróneos posicionamientos políticos de las autoridades, en Baja California, después de una exitosa época bajo el control del Consejo Nacional de Fauna Silvestre, con una promoción de ambientalistas y de quienes aprovecharon el momento, sin serlo, utilizaron a la Universidad Autónoma de Baja California para evitar la cacería del borrego cimarrón, especie en peligro de extinción.
A los estudiantes universitarios les vendieron la idea de que ellos representan la fortaleza y la majestuosidad del borrego cimarrón, al adoptarlo como emblema o símbolo y que, para su protección, debería de promover una veda permanente para evitar su cacería.
Recordamos que, en alguna ocasión, el gobernador Eugenio Elorduy, coincidiendo con él, en un vuelo de la ciudad de México a Mexicali, con euforia nos habló del Mar de Cortez como el acuario del mundo y de los proyectos para desarrollar el turismo hacia los litorales del estado.
También nos adelanto que en breve tiempo se podría reanudar la cacería del borrego cimarrón, con la participación de los propietarios de la tierra, pero jamás se volvió a tocar ese asunto y es que los intereses manejados a través de la UABC presionaron en busca de recursos para estudios que, a la fecha, solo son tema en reuniones con directivos de la Universidad, pero en el campo, los dueños de la tierra, no ven ninguna acción tendiente a su conservación.
Ah, eso sí, se ufanan en insistir en que es una especie en peligro de extinción, pero solo eso, por lo que nos preguntamos, con que cara dirán, los directivos de la UABC, a los orgullosos cimarrones, que el origen de su identificación ya no existe, porque sus especialistas, sus estudiosos, no tuvieron la capacidad de diseñar un programa para su conservación y reproducción, pero si gastaron mucho dinero.
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver y eso ocurre con las autoridades y estudiosos de la UABC, al igual que sucede con quienes han estado al frente de la responsabilidad gubernamental de Baja California, que, por su apatía o por temor a un espurio movimiento estudiantil, por falta de sustento para protestar, irresponsablemente contribuyen a la extinción de una valiosa especie.
De la recuperación de poblaciones de cimarrón, con una extracción anual que genera ingresos para su conservación, tenemos dos muy buenos ejemplos con los vecinos colindantes, Sonora y Baja California sur.
En Sonora se evitó la degradación de la especie con la población de borrego en Isla Tiburón, se hizo la extracción y se llevaron a ranchos ganaderos acondicionados, en donde sus propietarios reciben buenos ingresos, por el valor cinegético de los animales y por los servicios complementarios que se proporcionan a los deportistas.
En Baja California Sur, el numero de animales aprovechados cinegéticamente, es menor a Sonora, pero han combinado la zona de hábitat con el turismo fotográfico, actividades generadoras de ingresos importantes.
Aquí, en Baja California, desde que la UABC se erigió como protectora del cimarrón, se abandono el programa de conservación y limpieza de las tinajas construidas o habilitadas en la época del Consejo Nacional de Fauna, además de que la fauna feral se ha incrementado compitiendo ventajosamente con el borrego, tanto por el agua como por el alimento.
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