El campo y mitos oficiales
Por César Villalobos López
Sin duda alguna, el propósito del presidente Andrés Manuel López Obrador para impulsar el desarrollo de zonas marginadas del sur, sureste y parte media del país, es magnífico, pero a tres años de la aplicación de programas específicos para la generación de mano de obra, datos ajenos a los que le proporcionan al jefe del ejecutivo, o son nada positivos.
Tenemos la impresión de que los colaboradores cercanos al presidente López Obrador se aprovechan de la exagerada confianza que en ellos ha depositado, a juzgar por la información surgida de residentes de las zonas en cuestión, señalando irregularidades y abusos de parte de los receptores de los apoyos.
Entre esos programas nos encontramos con el de “sembrando vida”, donde vecinos de las regiones donde se están haciendo nuevas plantaciones aseguran que es mas el daño que hacen al bosque alto con la tumba y quema para tener espacio en donde plantar, a fin de continuar con la recepción del suelo asignado.
Desde su concepción el programa “sembrado vida” es positivo para la reforestación de las zonas desbastadas por fenómenos naturales o por las criminales acciones de tala bosques que operan impunemente a lo largo y ancho de zonas con arbolado maderable.
Pero resulta más criminal que el gobierno federal solape que los registrados en el programa “sembrando vida” realizan labora indebidas para justificar que si están haciendo el trabajo y estar en condiciones de permanecer con la beca oficial.
Algo similar ocurre con el programa de fertilizantes sin costa para pequeños productores, por regla general con tierras temporaleras, donde los rendimientos por néctares son mínimos y de autosuficiencia familiar.
Diversos medios de comunicación editados en los estados donde se aplica este programa de fertilizantes han dado cuenta de las fallas en su aplicación, tanto por abusos e indiferencia de sus operadores como por el indebido uso de parte de quienes reciben el granulado.
Las fallas y deficiencias en los programas de Segalmex, no solo han sido expuestos por medios informativos, sino que han sido objeto de llamadas de atención de las autoridades de la contraloría de la nación, pero todo continua igual, como si a nadie le importara cumplir con los postulados de no robar, no mentir, no engañar, del presidente López Obrador.
Para esas zonas del país, Víctor Manuel Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, ha dado a conocer importante, más bien vital, acción del gobierno de la república para identificar enfermedades del suelo, dentro de un programa coordinado con otras naciones.
Poco después del sismo el 4 de abril del 2010, productores agrícolas del valle de Mexicali dieron el grito de alerta sobre la modificación de las condiciones del suelo y la presencia de algunos patógenos, pero, por la indiferencia de los funcionarios federales y del gobierno de Baja California ese grito de alerta ha prevalecido en el desierto, porque los funcionarios ni siquiera saben de que se trata.
Esos oídos sordos también los tienen los estudiosos del INIFAP -Institutos de Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias- o del flamante ICA -Instituto de Ciencias Agrícolas- de la Universidad Autónoma de Baja California, donde los catedráticos e investigadores nada aportan al campo bajacaliforniano, si no hay dinero por delante.
Sin embargo, todo parece indicar que México, para el gobierno de la 4T, solo son las zonas marginadas, olvidándose de que problemas similares se tienen en zonas agrícolas que son grandes productoras de granos, oleaginosas, hortalizas y productos exportables que contribuyen a mantener la balanza comercial del sector agropecuario.
Lamentablemente, tener un superávit en la balanza agropecuaria no es sinónimo de autosuficiencia alimentaria, pues en los últimos años México ha tenido que incrementar los volúmenes de granos que importa de otras naciones, ante el déficit de producción nacional por la limitación de apoyos oficiales.
En los últimos años, los funcionarios estatales del sector agropecuario no han tenido la visión de observar los aspectos técnicos y necesidades reales del campo para proponer programas específicos ante las esferas del gobierno federal, con el propósito de avanzar en busca de la igualdad con los socios comerciales del norte, propósito del Tratado de Libre comercio de 1944 y refrendado en esta administración federal.
Los funcionarios, no han visto más allá de su nariz y se han envuelto de el perverso juego de supuestos lideres que si analizan su trayectoria encontraran una serie de triquiñuelas y daños irreversibles somo los causados a los exportadores de ganado de Baja California, por un líder demagogo y marrullero, que contó y cuenta, en complicidad con funcionarios del gobierno de la 4T.
Como seguramente los noveles funcionarios difícilmente entenderán de que les estamos hablando, hasta ahí la dejamos, esperando una serie de justificantes de aquellos carentes de capacidad para buscar elementos que les permitan contribuir al desarrollo del campo y al bienestar de las familias que dependen de las actividades agropecuarias y no solo de las dadivas del beneficio social, aun cuando estos últimos son su objetivo.
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