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Tierra de migrantes

Por Francisco Ruiz*

Recientemente, Carlos Mora, extitular del cuasi desaparecido Consejo Estatal de Atención al Migrante en Baja California, compartió en sus redes un interesante artículo que refiere a la crisis migratoria que prevalece en Europa. Por citar un ejemplo, en el caso de Italia, se han recibido poco más de 31 mil migrantes en este año. Por ello, es urgente que los gobiernos del Viejo Continente garanticen el respecto a los derechos humanos y brinden atención digna a las personas provenientes de África, en su mayoría.

Y es que la migración es tan antigua como el planeta mismo. Las propias primeras civilizaciones se caracterizaron por ser nómadas, es decir, por trasladarse en busca de mejores condiciones de vida. Por algo, la migración se define como el “desplazamiento geográfico de individuos o grupos, generalmente por causas económicas o sociales”.

En México, las primeras migraciones se dieron dentro del propio territorio nacional. Así lo indica un estudio realizado por la Facultad de Economía de la UNAM, en la cual se puede apreciar cómo, a partir de la década de 1960, la población comenzó a migrar de las zonas rurales a las grandes urbes. Mientras en 1921, el 31.2% de la población vivía en la ciudad, para 1990 la cifra incrementó al 71.3%. 

Sin embargo, las decisiones tomadas en nuestro país resultaron insuficientes; en consecuencia, las ciudades también resultaron insuficientes. El siguiente paso fue abandonar el país en busca de alternativas que ofrecieran una mejor vida. Tener al país líder del primer mundo como vecino del norte, resultó ser la opción “perfecta” para quienes aspiraban a más. Entonces, el fenómeno migratorio convirtió a ciudades fronterizas como Tijuana, Ciudad Juárez o Reynosa, en tierra de migrantes.

Desde su origen, Tijuana es sinónimo de hospitalidad, migración y progreso. Mi maestro y amigo Pedro Ochoa, lo ilustra perfectamente: “La ciudad también había abierto sus brazos generosos a ciudadanos de otras naciones que encontraron en Tijuana el clima propicio para su crecimiento personal y el de sus familias…Todos, mexicanos y extranjeros, le dieron a la ciudad un aire internacional, convirtiéndole en un mosaico de diversas maneras de entender el mundo y la vida”.

La ciudad donde empieza la patria, la frontera más visitada del mundo, la puerta de Latinoamérica cuenta con muchas anécdotas (y necesidades) en materia migratoria. Sin embargo, me limitaré a compartirles un par de ellas. 

En una entrevista realizada en 1989 a don Fernando Márquez Arce, alcalde de Tijuana entre 1974 y 1977, narra como decidió “disfrazarse” de “migrante” para constatar la veracidad de los rumores sobre que los policías municipales abusaban de ellos. De tal suerte que, para hacer corta una historia larga, don Fernando estuvo a punto de ser esposado por sus propios agentes policiacos, hasta que decidió identificarse como presidente municipal.

Algunos años más tarde, en 1986, siendo presidente municipal don René Treviño Arredondo (1983-1986), se fijó el objetivo de dotar de instalaciones dignas al gobierno municipal, en virtud de que la antigua sede gubernamental resultaba insuficiente y nada funcional. Así, se erigió el actual Palacio Municipal de Tijuana en el cual destacan los escudos de los estados de la República colocados alrededor de la fachada del edificio; ello para reconocer a Tijuana como un producto de migrantes.

Post Scriptum. “El migrante mira hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance”, Isabel Allende.

* El autor es doctorando en Derecho Electoral y miembro del Instituto Nacional de Administración Pública.

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