Rescata López Macip la figura de Carranza a cien años del magnicidio
(Primera de dos partes)
José Antonio
Aspiros Villagómez
El pasado 21 de mayo se cumplió un siglo del magnicidio del presidente Venustiano Carranza Garza (1859-1920) y la fecha “se minimizó”, como dijo en entrevista telefónica a Judith Amador Tello, de la revista Proceso (30-VIII-20), su biógrafo Javier Garciadiego, quien además ofreció una conferencia sobre el personaje en El Colegio Nacional.
Entidades como Nuevo León y Coahuila le rindieron homenaje, y también Veracruz a través de la conferencia virtual que dictó este octubre desde Orizaba el doctor Armando López Macip a sus colegas miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), e invitados, entre quienes figuró el nieto del Barón de Cuatro Ciénegas, Venustiano Carranza Peniche.
El año 2020 fue consagrado oficialmente a Leona Vicario, quien ya cuenta con una estatua en el Paseo de las Heroínas de la Ciudad de México, aunque éste debió ser declarado por el gobierno el ‘Año de Carranza’, como se hizo en su momento con Emiliano Zapata, “pero no quiso hacerlo”, comentó el ponente, quien es un ingeniero químico consagrado a la cultura.
López Macip, también con licenciaturas en educación artística y en Historia, hizo un recorrido por la biografía de Carranza desde su nacimiento en 1859 y la experiencia política que adquirió como presidente municipal de su natal Cuatro Ciénegas, jefe político de Monclova, gobernador de Coahuila, diputado local y federal, y senador. Cuando nació, Coahuila era parte del estado de Nuevo León.
La charla tuvo un enfoque nacional y regional, en este segundo caso sobre las acciones de Carranza en Orizaba, Veracruz, desde donde habló López Macip como miembro de la filial de la ANHG en esa entidad. Refirió, por ejemplo, la formación de los Batallones Rojos con obreros de la fábrica textil de Río Blanco, a cuyos miembros entregó en su momento la Casa de los Azulejos.
También dijo que, con el triunfo del Ejército Constitucionalista, los obreros creyeron que tendrían de inmediato mejores condiciones laborales y quizá alguna posición en el nuevo gobierno, pero el 13 de enero de 1916 Carranza ordenó la disolución de los Batallones Rojos y sus integrantes todavía alcanzaron a celebrar, el 5 de marzo, el primer congreso obrero en la ciudad de Veracruz.
López Macip, miembro de la Asociación e Cronistas de Veracruz, recordó los episodios de la huelga de Río Blanco y de la Decena Trágica. Dijo que Carranza tuvo el apoyo político del general Bernardo Reyes, en cuyo movimiento militó y por eso tuvo la oposición del presidente Porfirio Díaz y su grupo de “científicos”.
Por ello, el que fuera tras la caída de Huerta primer jefe del Ejército Constitucionalista, inicialmente no se comprometió con Francisco I. Madero, pues tenía la esperanza de que algún día Reyes regresara de su exilio a suceder a Porfirio Díaz. Pero como eso no sucedía y estaban cercanas las elecciones presidenciales de 1910, decidió adherirse al maderismo y se exilió en San Antonio, Texas. Luego Madero lo designó gobernador de Coahuila y secretario de Guerra y Marina en su gabinete provisional de Ciudad Juárez.
Madero había estado en Orizaba el 22 de mayo de ese año como parte de su campaña, y al mes siguiente el jefe político del lugar telegrafió al presidente Díaz para notificarle que había aprehendido a los dirigentes del Club Antirreeleccionista a causa de su “intensa actividad subversiva”. Aun así, en Veracruz y principalmente en Orizaba, se levantaron en armas figuras como Heriberto Jara, Ramón Caracas y Leandro Rosado González.
López Macip, quien ilustró su charla con numerosas fotografías históricas, explicó que don Venustiano se había opuesto a la renuncia de Díaz y al nombramiento de un presidente provisional, ya que tal hecho iba en contra del Plan de San Luis y lo único que ocasionaría era la prolongación en el poder de los políticos y militares porfiristas. “Tenía razón, pero nadie le hizo caso”, indicó.
Cuando en Orizaba se tuvo noticia del atentado contra Madero, el general Rafael Tapia se levantó en armas y como jefe de rurales marchó a Tlaxcala para buscar el apoyo de las tropas revolucionarias, pero fue detenido en Puebla por los militares huertistas y remitido a la prisión de Santiago Tlatelolco, donde lo sentenciaron y fue ejecutado dentro del cementerio de Coyoacán.
(Con datos de Norma L. Vázquez Alanís)
(Concluirá)
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