Mujer
Por Ramón Durón Ruíz (†)
Dice la vieja y sabia frase: “Perdámonos intensamente en el deseo y nos encontraremos en lo más profundo del placer” Cada nuevo amanecer el viejo Filósofo vive intensamente en el deseo de honrar a la mujer, será porque es la mejor manera de honrar a mi sagrada Madre, la mujer que me dio la vida y en el privilegio convertido en placer, de que haya sido la guerrera invencible, que llenó mi existencia de valores y amor incondicional.
En un calendario cívico, se ha fijado el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, en el fondo es una fecha llena de los viejos paradigmas limitantes con los que el hombre ha colmado la vida de la mujer.
La pregunta es ¿Por qué establecer en el calendario un Día a la Mujer, y no un Día Internacional del Hombre? Será porque en el fondo lleva al hombre a examinar una íntima contradicción: reconocer que histórica, jurídica y socialmente hemos minusvalorado, hemos hecho invisible a la mujer y sus excepcionales aportaciones, porque le tenemos miedo a su talento y valor para enfrentar la vida.
Pero la regla tiene la excepción, no todas las civilizaciones han discriminado a la mujer, en algunas no ha existido ni machismo, ni feminismo, sino una sociedad igualitaria como ejemplo tenemos 2000 años a.C., al sabio pueblo Celta; también 600 años a.C., a los Astures en España; en la Edad Media a los Vikingos y en el siglo XX a algunas tribus de la Amazonia.
Desde la antigüedad el hombre ha relegado el poder y sabiduría innata de la mujer, subordinándola a él, desconociendo sus aportaciones a la historia, excluyendo sus geniales contribuciones.
“En la antigua Grecia, los filósofos consideraban a la mujer como un ser incompleto y débil, a la que el hombre debería de proteger y guiar, implicando una rendición total al hombre y por tanto ser ajena a la participación en la vida pública. En Roma la mujer también era inferior, no gozaba de nombre propio y estaba imposibilitada a participar políticamente.
La metamorfosis sufrida durante la Edad Moderna con el descubrimiento de América, la pérdida de poder de la Iglesia y la aparición del humanismo, con sus nuevos valores basados en el hombre, continuaron excluyendo de la vida social, laboral educativa y política de la mujer. La industrialización en Inglaterra el siglo XIX con sus profundas transformaciones, abrió espacios laborales pero con jornadas inhumanas para la mujer.
En 1803 en el Código Napoleón de Francia y en el Código Civil español de 1889 disponían que la mujer casada, careciera de autonomía personal y tanto sus bienes como sus ingresos eran administrados por el marido. En Finlandia, en 1878, la ley reconoció a las mujeres rurales el derecho a la mitad de la propiedad y de la herencia en el matrimonio y en 1889, las mujeres casadas pudieron disponer libremente de sus salarios. En Noruega en 1845 se dio igualdad hereditaria. El siglo XX en Francia y España se rompió con la legislación discriminatoria.
Los movimientos feministas del siglo XIX se concentraron en conseguir el sufragio para las mujeres. El camino hacia el voto no fue fácil. En 1848 se reunió en Nueva York la primera convención sobre los derechos de la mujer, pero no fue hasta 1920 cuando se consiguió el derecho al voto en Estados Unidos.”1
Dice el afamado escritor Eduardo Galeano “Si Eva hubiera escrito el génesis, ¿Cómo sería la primera noche de amor del género humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie, y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominará. Que todas esas historias son puras mentiras que Adán contó a la prensa”
Para el viejo Filósofo la mujer goza a flor de piel del sexto sentido, que es una conexión directa con DIOS, que la convierte en un ser espectacular que hace que su hogar, su trabajo y su vida sea un pedazo de cielo.
Para muestra un botón del humor femenino:
“A medida que envejecemos, las mujeres ganamos peso. Esto ocurre porque acumulamos mucha información en nuestra cabeza. Pero claro, llega un punto en que tanta información no cabe en nuestra cabecita. Así que esta información acumulada empieza a distribuirse por todo el cuerpo. Y ahora lo entiendo todo. No me sobran kilos. No estoy gorda, soy culta… ¡¡MUY CULTA!!”
Parafraseando a Rita Rudner, el viejo Filósofo dice:
“La antigua teoría era: Cásate con un hombre mayor porque son maduros…
Pero la nueva teoría es: Los hombres no maduran, cásate con quién te de… ¡TU TIZNADA GANA!”
1.http://www.helsinki.fi/science/xantippa/wes/westext/wes214.html
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