CIUDAD DE MÉXICO – El progreso en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema depende de la eliminación de la “triple discriminación” a la que se enfrentan las mujeres indígenas, afirmó hoy el Director General de la FAO, José Graziano da Silva.
Las mujeres indígenas sufren tasas mucho más altas de pobreza, desnutrición crónica y analfabetismo, así como menor acceso a la atención médica y la participación en la vida política, dijo Graziano da Silva a participantes de doce países en el Foro sobre Mujeres Indígenas en la capital mexicana.
Unos 370 millones de personas -alrededor del cinco por ciento de la población mundial y el 15 por ciento de los más pobres del mundo- se definen a sí mismos como indígenas.
En la región de América Latina y el Caribe, aproximadamente unos 45 millones de indígenas representan el 8,3% de la población, pero son el 15% de quienes padecen inseguridad alimentaria y pobreza extrema
Las mujeres indígenas en la región enfrentan tasas más altas de pobreza y desnutrición que cualquier otro grupo social y suelen ganar cuatro veces menos que los hombres, según el nuevo atlas regional de mujeres rurales de la FAO.
A nivel mundial, la situación es aún peor para las mujeres que forman parte de los más de 5.000 grupos indígenas de todo el mundo, que hablan más de la mitad de los idiomas del mundo y se reparten en más de 90 países.
“Las mujeres indígenas se enfrentan a una triple discriminación que incluye la pobreza, el género y la etnia, tanto dentro como fuera de sus comunidades, lo que las hace altamente vulnerables”, dijo Graziano da Silva.
“Su empoderamiento social y económico no es solo una excelente manera de apoyarlas, sino también una condición necesaria para erradicar el hambre y la malnutrición en sus comunidades”, afirmó.
La decisión de las Naciones Unidas de crear un Decenio dela Agricultura Familiar a partir de 2019 ofrece una plataforma sólida para centrarse en los medios de vida rurales, que son los de la mayoría de los pueblos indígenas, añadió.
El foro de tres días organizado por la FAO tiene como objetivo desarrollar recomendaciones de políticas públicas para empoderar a las mujeres indígenas, fortalecer su toma de decisiones y reconocer sus derechos a nivel comunitario para mejorar su liderazgo y sus oportunidades de desarrollo.
Cultivar el liderazgo
A menudo se olvida a las mujeres indígenas en los planes de desarrollo, pero son actores clave en la protección de la biodiversidad, la adaptación al cambio climático y la diversificación de las dietas nutritivas.
“Tienen un papel fundamental en los ámbitos espiritual, social y familiar y son custodias de semillas y portadoras críticas de conocimiento especializado”, dijo Graziano da Silva.
Los territorios indígenas tradicionales abarcan el 22 por ciento de la superficie de la tierra y albergan el 80 por ciento de la biodiversidad del planeta, según la FAO.
La FAO tiene varios proyectos en los que trabaja con y para los pueblos indígenas en distintos temas: promoción de la sostenibilidad de la pesca artesanal en Centroamérica; intercambio de conocimiento en América Latina con el objetivo de impulsar la propia capacidad de los pueblos indígenas para asegurar una gobernanza adecuada y la implementación de las normas de tenencia de la tierra; programas para aprovechar los intereses y conocimientos indígenas para revertir la degradación de la tierra en Angola; programas para conectar productos alimentarios maoríes en Nueva Zelanda a mercados más grandes; y ayuda a los grupos marginados en el noreste y el centro de la India a afirmar su derecho a los bosques comunitarios.
La FAO también ha establecido escuelas de liderazgo orientadas a la participación y a las necesidades de las mujeres indígenas en Bolivia, Perú, India, Filipinas, Panamá, El Salvador y Paraguay, y esta innovadora institución se ampliará este año, dijo Graziano da Silva.
“Con voluntad política, podemos poner fin a la discriminación contra las mujeres indígenas”, concluyó Graziano da Silva.
Más historias
Agua, un derecho y un bien de la nación: Claudia Sheinbaum
Pactan acuerdo para beneficiar a productores de cártamo, cebada, maíz y trigo en Sonora
Persiste un campo monopolizado en México