Necedades…

Gustavo como la zarzamora

“Hoy me está tocando recoger las ruinas de gobiernos irresponsables” aseguró esta mañana el alcalde mexicalense, Gustavo Sánchez Vásquez, al ser cuestionado sobre el adeudo a trabajadores y viudas de la burocracia municipal, según información de Andrea Jimenez.
El epígrafe de la información nos hizo recordar diversas opiniones de observadores políticos, inclusive simpatizantes o militantes en Acción Nacional, quienes consideran que el trienio del alcalde Sánchez Vásquez será gris y sin trascendencia, utilizando como excusa la falta de dinero.
Dicen que los tres años se la pasara imitando a la zarzamora… “que todas horas llora que llora por los rincones”, quejándose del endeudamiento recibido, pero solapando a los expresidentes municipales que los generaron y quienes andan “tan campantes”, como  Johnnie walker, el caballero del whisky.
Además de la lloradera, hay quienes observan una actitud temerosa del alcalde a través del ocultamiento, en la agenda municipal que se envía a los medios, de su presencia en eventos públicos, en los que se aparece en compañía de su esposa, sin la molesta presencia que para él pueden resultar los reporteros.
Las irregularidades en la administración municipal vienen de varias administraciones a la fecha, pero partiremos de Samuel Enrique Ramos Flores, el alcalde de las pequeñas grandes obras que dejo inconcluso el proyecto del nuevo panteón municipal; Rodolfo Valdez Gutierrez, dejó chillando la víbora con el asunto de la entrega del basurero municipal a un concesionario; José Francisco Perez Tejada Padilla, dejó tirado el proyecto del BRT, obra que por su abandono se convirtió en la ciclo vía más cara del mundo, eso sin contar el manoteo del dinero de los trabajadores y del erario; Jaime Díaz Ochoa paso sin pena ni gloria, pero aprovechó su paso por la presidencia municipal para indemnizar y pensionar muy bien a su novia, luego esposa.
Todo eso lo sabe Gustavo Sánchez Vasquez, pero poco o nada le importa el patrimonio, porque hasta el momento da la impresión de que no se procederá en contra de sus antecesores, posiblemente por la impunidad que logran para burlar los preceptos legales.

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