Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Cuando el campo es el villano perfecto

Por Guadalupe Villalobos Guerrero

En Baja California se está construyendo un relato.

No nace de la casualidad ni de la preocupación genuina por el agua. Nace de la política.

Desde hace semanas se ha intensificado una campaña de ataques sistemáticos contra los productores concesionarios del Valle de Mexicali, contra los funcionarios del Distrito de Riego 014 del Río Colorado y contra los módulos de riego. En redes sociales, en columnas “informativas” y en comentarios disfrazados de análisis, se les presenta como los grandes culpables de la crisis hídrica: abusivos, acaparadores, mercantilistas, incluso “magnates del agua”.

El mensaje es simple y efectivo para la opinión pública urbana, particularmente en la zona costa:

El agua faltaba porque el campo se la robaba; hoy, con la nueva Ley de Aguas Nacionales, esos abusos se terminaron.

Nada más cómodo que un villano bien definido.

LA NARRATIVA QUE CONVIENE

Para justificar una ley controversial ante una población que vive escasez, es necesario construir una historia clara: alguien abusaba, alguien saqueaba, alguien lucraba.

Y en ese guion, el productor agrícola resultó el personaje ideal.

Se omite deliberadamente que el Distrito de Riego 014 ha operado durante años con escasa inversión federal, con infraestructura envejecida, con canales limitados y, aun así, ha sido el amortiguador silencioso de la crisis hídrica urbana.

Porque hay que decirlo con claridad: en múltiples ocasiones, el agua que llegó a la zona costa salió del distrito agrícola, afectando riegos, calendarios de siembra y productividad, no por decisión de los productores, sino por la incapacidad del Estado para invertir oportunamente en el mantenimiento de los pozos federales de la Mesa Arenosa de San Luis Río Colorado, donde tienen la dotación las ciudades.

Un campo imperfecto… pero funcional

Sería irresponsable negar que existieron prácticas indebidas.

Es cierto que:

* Concesiones agrícolas se utilizaron para industria y ganadería.

* Empresas constructoras cargaron pipas directamente de los canales.

* ¿Que Hubo corrupción en algunos módulos? No lo sé, pero, eso es lo que se dice…

Todo eso es verdad.

Pero también es verdad que, a pesar de ello, el Distrito caminaba, funcionaba, operaba.

Y lo hacía, muchas veces, en ausencia del Gobierno Federal, resolviendo con lo que tenía y asumiendo costos políticos y productivos que nunca fueron reconocidos.

La narrativa actual pretende borrar esa historia y sustituirla por una caricatura:

un campo rapaz que dejó de sembrar para enriquecerse vendiendo agua a Tijuana.

Eso no solo es falso; es profundamente injusto.

El daño colateral: personas, no estadísticas

Los ataques no son abstractos.

Tienen rostro.

Detrás de esas concesiones hay:

* Adultos mayores,

* Mujeres viudas,

* Familias que consideraban ese derecho como patrimonio, no como negocio.

A esas personas hoy no solo se les quita un ingreso,

también se les insulta públicamente, llamándolas magnates del agua.

¿Quién va a dar la cara cuando la realidad alcance al discurso?

¿Quién explicará a la gente de la zona costa que, aun con la nueva ley, el agua seguirá faltando?

Porque si algo es seguro, es que la crisis hídrica no se resuelve con propaganda ni con chivos expiatorios.

Agua, poder y política

Resulta difícil no observar que, detrás de esta campaña, hay algo más que preocupación ambiental.

La publicación insistente de documentos, facturas y señalamientos mediáticos apunta a una estrategia de control político del agua, donde el objetivo no es ordenar, sino centralizar.

No sorprende, entonces, que ya circulen versiones sobre el interés de algunos actores políticos en posiciones clave dentro de CONAGUA.

Controlar el agua es controlar el territorio, la economía y el poder.

Y eso, en Baja California, no es un tema menor.

Por sus hechos los conoceréis

Los diputados pueden continuar señalando al Distrito de Riego 014 y a los módulos como los culpables de todos los males.

Pueden seguir buscando aplausos fáciles en redes sociales.

Pueden insistir en que esta ley fue un gran logro.

Pero el tiempo es implacable.

Cuando la economía del Valle de Mexicali se resienta aún más, cuando la producción agrícola caiga, cuando el empleo rural se pierda y cuando el agua siga sin alcanzar en las ciudades, entonces la narrativa se vendrá abajo.

Y quizá, solo quizá, aquellos que hoy celebran, descubran que no se gobierna el agua atacando al campo, ni se construye futuro destruyendo a quienes, con todas sus fallas, han sostenido por décadas la economía agrícola de Baja California.

Porque las leyes pueden imponerse, pero la realidad —tarde o temprano— siempre cobra factura.