Por Guadalupe Villalobos Guerrero

Cada ciclo agrícola en el Valle de Mexicali y San Luis Río Colorado surge la misma pregunta:
¿Por qué el productor sigue batallando por agua para regar, si en los números parece que hay disponibilidad suficiente?
Los datos del ciclo 2024/2025 con datos de Mexicali y San Luis muestran la contradicción con claridad.
La cédula de siembra autorizada fue de 167,242 hectáreas, pero solo se sembraron 133,235. Esto significa que más de 34 mil hectáreas quedaron sin cultivar.
Pero si revisamos los permisos de riego, la brecha es todavía más amplia:
* Se otorgaron permisos para 207 mil hectáreas,
* Se sembraron únicamente 133 mil,
* Quedaron 73,765 hectáreas sin sembrar,
* De ellas, debemos descontar 28,439 hectáreas que se utilizaron como agua adicional para cultivos como alfalfa, espárrago y algodón,
* Quedando finalmente, 45,326 hectáreas sin utilizar.
En términos de agua, estas 45,326 has, si las multiplicamos por 11,000m3 por hectárea esto representa 444 millones de metros cúbicos no utilizados.
A este total, se descontarían 346 millones de m³ por compromisos internacionales con Estados Unidos, establecidos en las actas 323 y 330.
Así, que nos queda un sobrante de 98 millones de m³.
La pregunta es inevitable: ¿y dónde están?
Si el agua existe en papel y en volumen, ¿por qué el productor no la ve reflejada en sus parcelas?
La raíz del problema no está en la escasez del recurso, sino en dos factores centrales:
1. Planeación ineficiente.
Los ciclos agrícolas inician sin certeza. Muchos productores no saben qué sembrar, sobre todo en los últimos años, con los precios de los granos y hortalizas por los suelos y sin apoyo del Gobierno Federal en financiamiento o comercialización.
2. Exigencias de cultivos de alto consumo.
Productos como la alfalfa o el espárrago requieren más agua de la presupuestada, obligando a los agricultores a conseguir permisos adicionales, lo que genera sobrecostos e incertidumbre.
El costo de esta desorganización es claro: tierras sin sembrar, compras de permisos extras, cambios forzados de cultivo y, en última instancia, pérdidas económicas para el agricultor.
El Distrito de Riego 014 no enfrenta un problema de falta de agua, sino de gestión.
Y este será, sin duda, el reto más grande de la nueva directiva encabezada por Juan Carlos Fierro Yáñez, especialmente en el 2026, cuando el recorte por las actas del Tratado será menor que este año.
A ello se suma el ánimo de los productores, que vieron cómo fluyó el recurso del programa de Descanso de Tierras ligado al Acta 330, y muchos preferirían volver a un esquema similar antes que arriesgarse a sembrar con precios deprimidos y sin apoyos federales.
Pero hay un desafío aún mayor: el Plan Nacional Hídrico impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum, que propone invertir en la modernización y rehabilitación del Distrito 014, a cambio de que los usuarios entreguen 100 millones de metros cúbicos de agua a la nación.
El dilema es claro: ¿cómo garantizar que esa entrega no sacrifique la productividad del campo en Mexicali y San Luis?
La negociación será crucial, porque aceptar este esquema sin una planeación rigurosa podría dejar aún más superficie sin sembrar y profundizar el problema de disponibilidad real de agua para los agricultores.Hacer que el agua llegue a tiempo, con planeación clara, sin trabas burocráticas y con visión de largo plazo será fundamental.
La gestión de Juan Carlos Fierro Yáñez al frente del Distrito 014 se pondrá a prueba en la capacidad de equilibrar los compromisos internacionales, los proyectos nacionales y, sobre todo, el derecho de los productores a regar sus tierras y producir alimentos para México, en un entorno de Precios Deprimidos y la falta de apoyos del Gobierno Federal.

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