
Gracias madre
Por Gladys Villalobos*
“Una casa ordenada es una mente ordenada. Si pones tus cosas en orden, ordenas tu mente” Marieta Vitale, autora argentina.
Orden es una palabra que ha estado presente en mi vida desde la infancia. Mi mamá le otorgaba muchos beneficios al orden y nos invitaba a aplicarlo en nuestra recámara, nuestro closet, nuestra mochila, a veces de forma amorosa y a veces a maternales gritos.
Valoro su constante empeño por inculcarnos ese hábito. En mi caso, siento que fue el origen a la disciplina que observo en varias áreas de mi vida. El orden fue tomando otro matiz. También aplicaba a mis pensamientos, mis decisiones, a mi vida.
“Ordena tus ideas” decía. Con el paso del tiempo entendí la intención de mi madre, consciente o no, buscaba que este hábito se viera reflejado de forma positiva en diferentes aspectos de nuestra vida. Le agradezco su empeño para ello.
El 15 de abril, mi madre cumplía años. Se llamaba Rosa. Le decían Rosita. Mi madre era una gran conversadora, otras veces silenciosa. Asocio su silencio a una posterior reflexión, pensamiento e inquietud que llegaba a su mente. Siempre dispuesta a aprender y hacer las preguntas necesarias que calmaran su mente inquieta. Una mujer inteligente, con sentido del humor, adelantada a su tiempo. Determinada.
A su lado siempre me sentía segura, resguardada, nunca me faltaba nada. Ella sabría resolver cualquier situación que se presentará. De un modo u otro, con una sonrisa, o hablando con el gerente de la tienda, o pidiendo ayuda a un extraño, con una frase encantadora o con un grito bien dado. Con un par de ingredientes sacaba unas comidas deliciosas, nada pretensiosas pero llenas de sazón.
Hace un par de años entendí que su forma de ser en ocasiones estricta, tajante, sin temor a poner límites, fue por mucho un acto de amor hacia sus hijos. Fue su forma de enseñarnos a vivir de una manera distinta a la que ella vivió en su juventud en donde no gozo en ocasiones con la libertad de elegir y hacerse escuchar. Busco el enseñarnos a vivir con libertad y sin miedo, asumiendo los riegos y también las ganancias de ello.
Sus últimos meses de vida me dio como regalo una gran elección que considero salvo mí existencia: reconocer mi debilidad, aceptar mi fragilidad, hablar de ello, permitírmelo y dejarme arropar.
Hoy en día puedo decir que reconocer mis debilidades es una de mis fortalezas. Gracias, madre. Sigo aprendiendo de ti.
“Lo Extraordinario de lo Cotidiano”, un espacio donde cada día es un motivo. A ti que me lees, valoro tu tiempo.
*Cachanilla de nacimiento, comunicóloga de profesión, amante del cuerpo por vocación. Crecí análoga, me convertí digital. Asesora en Comunicación, Redactora de Contenidos, Fotógrafa. Mi sitio: gladysvillalobos.wordpress.com/
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