En la 4T sordos y ciegos
Por César Villalobos López
Desde la presidencia de la república, las gubernaturas, alcaldías, diputaciones, regidurías y demás funcionarios de la 4T, viven en un país de ensueño, en donde todo está bien, en donde no pasa nada, no hay inseguridad y la corrupción es cosa del pasado.
Por ejemplo, hace unos días escuchamos a la titular de seguridad afirmar que el principal reclamo de los ciudadanos es por los baches en vialidades, alumbrado público, etcétera, la violencia fue minimizada, al igual que la soslaya el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El jefe de la nación y su sequito de aduladores que le acompañan en el gabinete, no se han dado cuenta que todas las mañanas, los principales medios de comunicación de la ciudad de México hacen un resumen pormenorizado de los hechos sangrientos a lo largo y ancho del país.
Para ellos y para la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, el campo bajacaliforniano está muy bien, aun cuando no se tiene una rectoría oficial de las actividades productivas y es que los funcionarios de Sader y de SaderBC, “ni cachan, ni pichan, ni dejan batear” como se dice en el argot beisbolero cuando alguien no sirve y solo estorba.
Ese es el caso del Ing. Juan Manuel Martínez Núñez, delegado de Sader y su homólogo estatal, arquitecto Juan Melendrez Espinoza; el primero nada de muertito y deja que el tiempo pase, mientras que el segundo dedica su tiempo sorprendiéndose de lo que existe y ha venido conociendo, como en el caso de su visita a las instalaciones de Bona-Carne.
Una de las principales y tan vez la única actividad importante de Meléndrez Espinoza es enviar un saludo mañanero “a nuestra señora gobernadora” y a tomarse fotos para tratar de justificar que trabaja, pese a que ese trabajo no se refleja en productividad, en beneficio social y económico para los productores.
El funcionario esta más enfocado a repartir apoyos sociales para comprar votos, o en gastar el insignificante presupuesto -que cada año es menor- en cursos o capacitación de competencia laboral, sin justificar como y donde se aplica laboralmente lo aprendido, porque en el desarrollo del campo no hay nada.
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