Por Hannia Novell
Xóchitl Gálvez aparece en la arena pública como un fenómeno político que podría ser el antídoto para terminar de tajo con el fracaso de la autodenominada Cuarta Transformación y protagonizar un nuevo capítulo en la historia de México.
Una mujer polémica, carismática, irónica, irreverente. Una mujer de carne y hueso, que sufre, ríe, cría a sus hijos y tiene marido. Una mujer que vivió en carne propia los excesos de la violencia doméstica, el trabajo infantil y la discriminación por sus raíces indígenas.
Experta en robótica y en temas relacionados con la inteligencia artificial, Xóchitl Gálvez ha hecho de la agenda ambiental un proyecto de vida, promoviendo el uso de energías limpias, la electromovilidad y el agua tratada para reutilizar en los hogares.
Malhablada y futbolera, viste -sin rubor alguno-, la camiseta del Cruz Azul desde hace décadas. Sin pudor ni recato, promete no convertirse en una mujer que entra a la política para dar hueva y emplaza a sus simpatizantes a regalarle su firma: “No se hagan weyes”.
Xóchitl Gálvez es una figura refrescante y con cierto toque de genialidad que parece tener el apetito político necesario, para subirse a la ola en busca de popularidad. Pero que deberá tener el instinto de un animal político, para distinguir y marcar distancia de los corruptos, los ladrones y los vividores.
Rumbo a la elección presidencial del 2024 no hay lugar para engatusar a los electores, espacio para nuevos engaños ni oportunidad para redentores ni libertadores. Llegó la hora de hablar con la verdad y actuar con la ley. Sin mentiras, sin corruptelas, sin violencia.
Xóchitl Gálvez está obligada a desmarcarse de esos priístas que saben muy bien cómo colarse, para que los pongan donde hay; está obligada a hacer a un lado a esos panistas, que miran de reojo y con desprecio los derechos de las mujeres y de las comunidades de la diversidad sexual; y está obligada a prescindir de esos empresarios que se creen patrones, que hoy dan una mano para cobrar después la res entera.
Sí. Claro que la violencia machista se combate también con independencia económica para las mujeres. Desde luego que es necesario recuperar las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo; atraer inversión extranjera y generar nuevos y mejores empleos. Sobre todo, es prioritario recuperar todos los territorios hoy dominados por el crimen organizado y abonar a la reconciliación y pacificación de México.
Hay voces que señalan a Xóchitl Gálvez por favorecer la construcción irregular de un edificio en Gutenberg 126, en Polanco, cuando fue jefa delegacional en Miguel Hidalgo; cuestionan su convivencia con personajes como Carlos Salinas de Gortari, Diego Fernández de Cevallos y Carlos Slim; y la acusan de estar aliada con el empresario Claudio X González, impresentable en Palacio Nacional.
Incluso, algunos medios de comunicación retomaron el bochornoso expediente de Jacqueline Malinalli, la hermana de Xóchitl Gálvez que está en la cárcel sin sentencia, relacionada con una violenta banda de secuestradores que operó en 2012.
Lo cierto es que empezaremos a ver el verdadero rostro de Xóchitl Gálvez, cuando nos demuestre sus principios y fije posiciones sobre encuestas, debates y dineros para competir al interior del Frente Amplio por México.
Si logra pasar el primer filtro y deja atrás a Santiago Creel, Enrique de la Madrid y Beatriz Paredes, conoceremos el talante de quien aspira a provocar una #Xochitlmanía.
¿Xóchitl tiene jale con los fifís? Sin duda. Pero para obtener la victoria en las elecciones presidenciales del 2024 es preciso lograr que salgan a votar quienes tradicionalmente no ejercen su derecho al voto y convencer a los decepcionados de López Obrador.
Entusiasmo, le llaman. Esa sería la fórmula de un eventual éxito en su campaña. La entrevisté al final en la despedida esto me dijo: “¿Me querían como candidata? pues ahora apóyenme, no se hagan güeyes, chínguenle, que México nos necesita”.
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