Por Fernando Núñez de la Garza Evia
Mucho se ha hablado sobre el estado de la izquierda en el país, la cual ha dejado mucho qué desear con su arribo al poder. Sin embargo, poco se ha dicho sobre la condición de la derecha mexicana, representada por el Partido Acción Nacional (PAN). Lo anterior resulta fundamental, ya que del estado de la derecha dependerá la situación de la oposición política en el país y, por ende, de nuestras libertades y democracia.
La ideología panista no se escucha en el PAN, peor aún fuera de él. Más allá de las simpatías que uno pueda o no tener por ella, hoy más que nunca resulta necesaria ante el creciente poder de un solo partido político y el monopolio que tiene sobre el discurso público el presidente de la República. A través de sus principios, los partidos establecen políticas públicas, generan debate político y se diferencian del resto de los partidos políticos. Si el Partido Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) son, en teoría, partidos de izquierda, poco podrán abonar entonces a la conversación política con un partido político de izquierda en el poder. Sin embargo, el PAN sí podría, al ser un partido político de derecha. Su doctrina, esa característica que lo diferenció durante el régimen autoritario, hoy está ausente.
Si la ideología no se escucha, los cuadros políticos no se ven. Históricamente, el PAN era un partido “de cuadros”, es decir, un partido con militantes disciplinados, con conocimiento y creencia doctrinaria, y con estructuras jerárquicas bien formadas desde lo local hasta lo nacional. Sin embargo, hoy algunos de sus principales dirigentes no son siquiera militantes del partido. Es el caso de Xóchitl Gálvez, senadora panista que no es panista. De Lily Téllez, senadora que saltó de Morena al PAN y quiere ser candidata presidencial del panismo sin ser panista. Y de Mauricio Kuri González, un gobernador muy popular que fue inclusive líder de la bancada panista en el Senado y quien no milita en el partido. Tal vez, por ello, no se escucha la doctrina panista por ninguna parte: sus liderazgos ni la conocen.
Las consecuencias de tener un partido político de derecha en esas condiciones han sido evidentes. Bajo Marko Cortés, el muy poco carismático líder panista, el partido ha perdido seis gubernaturas, y solo el 18% de la población tiene una opinión muy buena/buena del partido (Reforma). Ante la debacle, el partido de Manuel Gómez Morín tiene que hacer una alianza con su rival histórico, el PRI, para no caer al precipicio. Eso sin mencionar las presiones que tiene para darle candidaturas a “ciudadanos” sin conocimiento alguno del partido o la derecha política. Entonces, el partido se disuelve.
Para el país resulta peligroso la existencia de una izquierda populista en el poder que, por ser precisamente populista, carece de ideología. Por otra parte, la derecha política representada por el panismo se achica día con día. Y en ese contexto, la democracia liberal se debilita.
@FernandoNGE
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