Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

El triunfo de la República

Por  Roberto Abe Camil

La historia en México, suele ser caprichosa con la selección de efemérides en su calendario cívico. Fechas fundamentales en la consolidación del estado mexicano han sido condenadas al olvido. Anteriormente solo eran recordadas por los interesados en nuestro pasado, el grueso de la población no las tenía presentes porque simplemente fueron borradas de los ritos republicanos.

Evidentemente esto también obedeció al discurso oficial y a la versión del gobierno. Entre los ejemplos más claros, se da el de festejar el inicio de la lucha de independencia el 16 de septiembre de 1810 en vez de su consumación el 27 de septiembre de 1821, lo cual sería lo lógico, justo para no dar crédito o gloria a Iturbide quien se llevó los laureles de la consumación. Un caso similar lo representa la victoria en Puebla del 2 de abril de 1867, la que fuera la efeméride predilecta durante el porfiriato fue literalmente enterrada en nuestra memoria histórica a partir de 1911, precisamente para no ensalzar a Don Porfirio, vencedor de esa gesta.

Un caso particular lo representa el 15 de mayo. Sin menoscabo al mérito y reconocimiento que merecen los maestros que son celebrados este día, el triunfo de la república sobre la intervención y el imperio que se consumó el 15 de mayo de 1867, asombrosamente ha sido relegado al olvido. La derrota y captura de Maximiliano de Habsburgo en Querétaro aquella mañana que cerró la primera quincena de mayo de 1867, fue la fecha clave en la conformación de México como nación independiente y soberana, no en vano tantos historiadores y expertos en el tema la han definido como la segunda consumación, esta vez definitiva, de nuestra independencia nacional.

El fin del sitio de Querétaro supuso no solo la conclusión de la Gran Década Nacional, que inicio con las Leyes de Reforma, la promulgación de la Constitución de 1857 y que concluyó precisamente con la victoria de Mariano Escobedo sobre Maximiliano, sino también de otros aspectos relevantes, como la más importante victoria militar de las armas mexicanas, el ejército republicano que no pudo ser vencido por el francés y que en consecuencia venció a los conservadores.

También el respeto que Juárez obtuvo para México en el concierto de las naciones, al fin se reconoció nuestra soberanía e independencia, ya no hubo a partir de entonces, más mutilaciones territoriales, ni agresiones extranjeras salvo las norteamericanas en Veracruz en 1914 y Chihuahua en 1916 en el marco de la revolución mexicana. El 15 de mayo de 1867, fue la reivindicación de que los mexicanos aprendimos bien la cruenta lección de 1847.

Pero Querétaro también fue el final afortunado a casi medio siglo de una convulsa vida independiente. Cuando se consumó la independencia, el naciente México ya no gozaba de la inmensa riqueza y prosperidad de la Nueva España, once años de guerra aderezados por la propia inestabilidad de España dejaron al país en bancarrota. A lo anterior se sumó una grave crisis política y social, pronto el primer y efímero imperio mexicano fue derrocado, Iturbide fue exiliado, abdicó en 1823, marchó al destierro, volvió un año después, pero al desembarcar fue capturado y el consumador de la independencia fue fusilado en Padilla, Tamaulipas.

Tras el imperio vino la república, pero no con ello la paz, el país se dividió entre centralistas y federalistas que derivaron en conservadores y liberales, la lucha entre ellos fue tenaz, las diferencias políticas no se dirimieron en las urnas, sino con las armas en la mano, las asonadas, cuartelazos y golpes de estado fueron constantes, como si lo anterior no fuera suficiente, también llegaron las agresiones extranjeras de mano del intento de reconquista español en 1829, de los colonos texanos que traicionaron a México en 1836, de los franceses bombardeando Veracruz en 1838 y finalmente la agresión norteamericana de 1846-1848 que nos arrebató la mitad de nuestro territorio.

A lo anterior, le sucedió la Revolución de Ayutla que acabó con la dictadura de Santa Anna, con ella surgieron los hombres que hicieron la Reforma: Juárez, Ocampo, Miguel Lerdo de Tejada entro otros. La Reforma no solo dotó a la joven nación de un talante progresista, sino que llevó al país a una sangrienta guerra civil por tres años entre liberales y conservadores y a Juárez al poder hasta su muerte en 1872.

Es importante hacer énfasis en que el 15 de mayo de 1867, no fue solo la victoria sobre la intervención y el imperio, sino la justa recompensa a todo lo anteriormente descrito.

Con el triunfo, México inicio el periodo de la República Restaurada, etapa de júbilo que dio paso a una sólida y orgullosa identidad, así como al nacionalismo romántico que tuvo soberbias expresiones en las letras, las artes, la música, la arquitectura y el periodismo. A partir de entonces, el pasado precortesiano, así como los episodios asociados con las luchas heroicas, fueron motivo de inspiración recurrente para nuestros artistas y literatos en todos los campos, tendencia que continuo intensamente durante el porfiriato.

Sin duda alguna en México hay un antes y un después tras la victoria de Querétaro. Don Benito se aferró al poder, todavía se dispararon cartuchos de pólvora, Porfirio no estuvo dispuesto a que su paisano y antiguo mentor se perpetuara en el poder, de cualquier forma, Juárez hasta para morir tuvo suerte, lo hizo en funciones de presidente y antes de que el velo de la dictadura cubriera su trayectoria, sus funerales fueron apoteósicos. Tras la muerte de Juárez, Porfirio alcanzó la presidencia, así concluyó la República Restaurada que dio paso al Porfiriato, pero esa ya es otra historia.

Hoy las referencias al triunfo de la República son pocas a lo largo y ancho de México, vienen a mi mente el monumento a Juárez en el Cerro de las Campanas, sitio de la rendición y posteriormente del fusilamiento de Maximiliano, los murales en palacio de Gobierno en Querétaro, y el óleo de gran formato que está en los salones de la Secretaria de la Defensa Nacional en Lomas de Sotelo, donde se muestra a Maximiliano entregando su sable a Escobedo.

Desafortunadamente no hay un gran monumento en la Ciudad de México, tampoco una avenida u obra destacada que lleve por nombre “Quince de Mayo”, tampoco en las escuelas públicas o privadas hay imágenes enmarcadas del suceso o del General Escobedo. Sin duda alguna, honrar la gesta de Querétaro es una asignatura pendiente para todos los mexicanos, lleva 150 años en el olvido, sin embargo, nunca es demasiado tarde cuando de hacer justicia a los héroes se trata.