Uy que miedo, miren como estoy temblando
Por Patricia Alvarado
GUADALAJARA, JALISCO. – El nivel del discurso del estado federal raya en lo ridículo y abyecto, tenemos un presidente de la república que pareciera que todo le causa gracia, y con desparpajo lo convierte en chanza, en bulla, de ese nivel la política mexicana.
El miércoles pasado en la “mañanera” el presidente Andrés Manuel López Obrador ante la solicitud de consultas de Estados Unidos sobre la política energética dentro del T-MEC (Tratado del Libre Comercio) para evaluar posibles inconsistencias con los compromisos adquiridos dedicó la canción del cantante Chico Che “Uy que miedo, mira como estoy temblando.”
Lamentable como desde palacio nacional no se toma con seriedad la política energética y pone en riesgo las relaciones con los países del norte, dicho sea de paso, Canadá también se sumó a esta solicitud.
México se encuentra en una crisis ante un gobierno que constantemente vulnera derechos humanos, un gobierno que en cuatro años a desmantelado programas sociales que han costado dinero y esfuerzo al pueblo mexicano.
México en verdad tiembla ante un modelo de salud fracasado, tiembla ante los miles de desaparecidos, tiembla ante la falta de empleos bien remunerados, tiembla ante una canasta básica insostenible, tiembla ante una política migratoria que cuesta vidas, tiembla por la falta de recursos para resolver el tema de la violencia contra las mujeres, niñas y adolescentes, tiembla ante las campañas anticipadas de funcionarios públicos que quieren vivir del presupuesto con su lema de “austeridad” que de austeros no tienen nada, y así sería interminable cuantificar la tembladera del país, y sí, México está temblando no de miedo sino de indignación.
Es imperativo que la política mexicana sea tomada por hombres y mujeres capaces de hacer frente a una serie de conflictos que tiene visos de crisis como la violencia en este país.
Se dice que la democracia es el camino para gobernar a un país, sin embargo, quien llegue al poder, es necesario tener la capacidad no sólo política sino administrativa para sacar adelante a una nación, es necesario políticas públicas y económicas que se ponderen como urgentes para afrontar el desarrollo de un país.
El pueblo de México confía aún en sus instituciones sabedor que sólo así podrá dar batalla a los miles de conflictos y necesidades de la ciudadanía, es menester que quien llegue a esas instituciones sean personas confiables, que den certidumbre de sus acciones para quien gobiernan, sus mandantes, el pueblo.
Dice André Maldraux que “los pueblos tienen por lo general gobiernos que se les parecen”, ante esta disyuntiva – ¿de verdad nos parecemos? -, usted tiene la última palabra.
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