Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Textos en libertad…

José Antonio Aspiros Villagómez

En la noche del 9 de julio falleció el destacado periodista Carlos Fernando Ravelo y Galindo, a los 92 años, y sus amigos recibimos con tristeza la noticia, ya que fue uno de los socios más apreciados dentro del Club Primera Plana (CPP), donde era reconocido como el veterano por sus varias décadas de militancia.

Carlos ingresó como ayudante de redacción al diario Excélsior el 4 de marzo de 1947 y después fue reportero del mismo (se fogueó en la fuente policiaca) y jefe de información de las ediciones meridiana y vespertina de Últimas Noticias, cargo este último que también desempeñó en El Universal; además fue director de comunicación en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y durante 20 años participó en los noticiarios que hacía su periódico para el Canal 2 de televisión y le pagaban por ello “cinco pesitos” diarios, según nos platicó.

Fue productor de películas y escribió seis libros, que le publicó el CPP aunque él costeó la mitad, todos ellos muy amenos, con un estilo coloquial y donde da testimonios de su labor profesional y gremial, además de relatos sobre viajes, hechos y personajes, que así quedaron registrados para la historia.

Bisnieto del militar y presidente de la República en 1847-1848, Pedro María Anaya, Carlos tuvo una familia numerosa: fueron doce los hermanos Ravelo Galindo -ahora quedan seis- y en diciembre de 2017 nos compartió una fotografía donde están 26, incluidos hijos, nietos, un bisnieto y una nuera. Sus nietos le decían “Abo”.

Más numeroso es el grupo familiar que, con permiso especial, se retrató en 1965 en el ya desaparecido Hotel del Prado con el mural de Diego Rivera ‘Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central’ a sus espaldas. Es una foto extraordinaria: la familia Ravelo parece parte del mural.

Nunca ocupó la presidencia del CPP, pero en cambio dirigió las asambleas electorales, las cuales siempre evitó que se salieran de control cuando se calentaban las discusiones. En dicho Club y en Comunicadores Unidos, de Matamoros, Tamaulipas, le otorgaron reconocimientos por sus 75 años de talacha periodística. En enero pasado tuvo fuerzas para ir a recibir el del Club, en sus nuevas instalaciones dentro del inmueble del Congreso del Trabajo.

En 2015, ambos recibimos el Premio México de Periodismo, que concede la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos (Fapermex).

En 2012 obtuvo su título profesional por saberes adquiridos y fue tesorero del Colegio Nacional de Licenciados en Periodismo, prácticamente vitalicio ya que no se ha renovado la dirigencia. Cuando fueron entregados los títulos, su hijo Jorge escribió una semblanza donde menciona también cariñosamente a su madre, Bety Reyes Estrada, quien se adelantó en el viaje eterno en agosto de 2015 y acompañamos a la familia en la sala de velación.

Después de esa fecha ofreció obsequiarnos uno de los cuadros traídos de Europa y que adornaban su casa, pero por diferentes motivos nunca fue posible visitarlo. Por nuestra parte nos quedamos sin entregarle un libro sobre gramática que le interesó y teníamos para él, y tampoco nuestra obra ‘Notimex: la imagen sexenal de México en el mundo’.

La salud de Carlos Ravelo tuvo quebrantos como el “infartito” (así nos lo dijo) en octubre de 2016, y un derrame cerebral que le afectó a la mitad izquierda de su cuerpo el 9 de agosto de 2017, y de cuya situación estuvimos cruzando informaciones algunos de sus amigos y su cuñada María Luisa Izquierdo, vía internet.

Al regresar del hospital a su casa cuatro días después, con mucho profesionalismo y con una mano prácticamente inmovilizada, antes de subir a su recámara pasó al despacho para difundir la segunda parte del tema que había iniciado en su columna cuando cayó enfermo.

Pero ya no volvió a escribir (siempre sin gerundios, que combatía), sino hasta el 19 de septiembre siguiente, día en que hubo un fuerte temblor en parte de México, para agradecer las muestras de solidaridad de sus familiares y amigos, y los cuidados de los médicos.

En 2019 sufrió un asalto en su casa de La Florida, Naucalpan, Estado de México, cuando estaban solos él y una de las enfermeras que lo cuidaban de día y de noche. Se llevaron lo que había: 420 pesos y cinco Rolex chinos, y Carlos escuchó que los ladrones se comunicaban con quien los esperaba afuera en un coche, frente al cual pasaba la patrulla y los policías saludaban a ese cómplice.

Ese mismo año, después de un electrocardiograma para saber de su arritmia, el cardiólogo (antropólogo, le llamaba él con un humor que nunca le faltó) le recomendó el mínimo de esfuerzos y abandonar su costumbre de “una a la una” todos los días, como buen aficionado que era al whisky. Cuando abordábamos el tópico, enviaba saludos a su “amigo” desconocido, don Fausto, nuestro progenitor fallecido en marzo pasado, de quien creía que, por ser de Oaxaca, también tenía ese hábito, pero con mezcal.

En fin, fue un creyente devoto al que, durante su enfermedad, a veces llevaban a misa en silla de ruedas, y también creyó hasta el final en el presidente López Obrador, por quien votó a pesar de que antes de 2018 siempre lo había hecho por los candidatos del PRI.

Conocimos a Carlos Ravelo en el CPP luego de nuestro ingreso a esa asociación gremial en 2001, cuando él ya era ahí una institución. Pronto surgió una amistad que duró hasta el final e incorporó al ya también finado colega y amigo Octavio Raziel (1942-2019) y a nuestras respectivas esposas, Norma y Anita. Alguna vez nos platicó de su visita a China en 1979, en la primera delegación del CPP que viajó allá por convenio con los periodistas de ese país, pero también hizo coberturas informativas por todo el mundo, donde entrevistó a personajes famosos.

Con frecuencia nos citaba o reproducía nuestros textos en su columna diaria En las Nubes y generosamente nos inventaba títulos tales como filólogo, poeta, historiador, escritor y otros.

De hecho, el último trabajo que difundió, el 11 de abril pasado antes de caer enfermo al día siguiente, y que ahora nos parece como una despedida, nos menciona a los cuatro y contiene una semblanza de este tecleador, porque -nos había dicho antes- “me preguntan quién eres y te voy a dedicar unas Nubes”.

Después de esa fecha, su hijo, el licenciado Jorge Ravelo Reyes, nos mantuvo al tanto de la salud del amigo Carlos: “su cuate está tranquilo (y) en paz”, pero ya no le fue posible recuperarse. Que descanse en paz y que su familia -a la cual mandamos un abrazo virtual- encuentre pronta resignación.

Carlos Ravelo es el cuarto colega muy estimado que fallece este año, después de Juan Manuel Rodríguez, de Aguascalientes;  Roberto Guzmán, de Colima, y José Arroyo, de Taxco, además de doña Martha Sánchez, esposa del amigo Alfredo Barba Chávez “Abacha”, también de Aguascalientes y en cuyo servicio abachainforma.com.mx todavía es posible leer la última columna En las Nubes, de Carlos Ravelo. Descansen todos en paz.