Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Entre Los Surcos…

Complicidad y corrupción por omisión 

Por César Villalobos López

En el fraude que los avicultores cometen con los compradores de huevo bajo una supuesta certificación, no solo tiene la complicidad de la Secretaría del Campo y Seguridad Alimentaria, como autoridad directamente responsable de proporcionar ese servicio que, se supone, debería de garantizar el cumplimiento de la Norma Oficial Mexicana.

Y es que, en la Norma Oficial Mexicana involucra a las Secretarías de Salud y de Economía, pero como la comercialización de huevo fuera de los estándares establecidos oficialmente, se trata de un acto que afecta la economía del consumidor, por lo cual debería de intervenir la Procuraduría de Protección al Consumidor, conocida como PROFECO.   

En varias ocasiones, la Secretaría del Campo de Baja California, emisora de las etiquetas adheridas en los empaques que los avicultores presentan para su venta al público, había soslayado las observaciones que, sobre la ausencia de certificación, habíamos hecho en este semanario.

La semana anterior, el economista Héctor Haros Encinas, titular de la Secretaría del Campo y Seguridad Alimentaria, emitió un boletín con información tendiente a nulificar lo señalado por nosotros, bajo la justificación de que las etiquetas mencionan fecha de vigencia o de caducidad del producto.   

Pero este señor en ningún momento hace mención al tamaño, ni al peso que debe de tener cada pieza, para recibir la clasificación de AA A o B, para poner un ejemplo, permitiendo con ello que los consumidores reciban piezas de huevo del tamaño semejante al de una codorniz y al comprarlo paga como una pieza clasificada o certificada. 

Por los volúmenes de piezas y tonelaje que el titular de la SCSA menciona se consumen en Baja California y de ello, el 60 por ciento proviene de Sonora y otras entidades, un 30 por ciento es producción local y un 10 por ciento procedente de los Estados Unidos, la planta de certificación y clasificación que tienen instalada en el ejido Sinaloa, no tiene la capacidad para hacer la verificación.

El reto para Héctor Haros Encinas y para los representantes de las Secretarías de Economía y de Salud, así como de la PROFECO, es que nos acompañen, a cualquiera de los múltiples mercados y tiendas de conveniencia, incluyendo a las que comercializan un supuesto huero orgánico, para verificar al azar el incumplimiento a la responsabilidad de aplicar la Norma Oficial Mexicana para la clasificación de huevo.    

El consumidor paga el precio de un producto que no corresponde a la calidad mencionada en la engañosa etiqueta que proporciona la Secretaria del Campo y Seguridad Alimentaria.