Leyenda Urbana
Por Gladys Villalobos*
En mis recientes estancias en Mexicali, ciudad donde nací y crecí, uno de los lugares que he redescubierto es el tradicional Bosque y Zoológico de la Ciudad, tradicionalmente conocido como “el Bosque de la Ciudad”. Con el paso de los años he visto como ha decaído, como se ha estancado, como se levanta, como evoluciona, como se reinventa y cada vez lo veo «más chulo», como decía mi abuelita Chelo.
Recuerdo los paseos que hacíamos mis 2 hermanas, yo y Rosa, mi audaz madre. Mi hermano aún no nacía. Yo tenía 5 años en promedio cuando nos trasladábamos en un par de bicicletas. Dos en cada una. Una al volante y otra en los cuernos. En una época en donde no existía la cultura de utilizar el cinturón de seguridad en el auto, los cascos para ciclistas eran inexistentes. Una mamá al volante con su hija en los cuernos de la bicicleta era tan usual y bien visto.
Salíamos de la casa de mis padres donde crecimos en Villafontana con muchas ganas, montadas las cuatro en las bicicletas y una bolsa con churritos, naranjas, saladitos y algo más. Nos trasladábamos kilómetro y medio. En minutos ya estábamos pasando por ese arco de bienvenida característico que se ha mantenido con el paso de los años. Dentro del Bosque lo que más recuerdo es insertar un salado en mi naranja y sentarnos a ver el lago ¿el lago? Si, este Bosque tiene un lago. Un lago muy fotogénico en donde habitan patos y dice una leyenda urbana, un cocodrilo qué a la fecha, aún nadie ha visto.
Con quien retome mis recorridos al Bosque hoy en día es con Ana Isabel, mi hermana de corazón, todo un personaje, digno para una novela. Pasa por mí al amanecer y como si fuera la palma de su mano, recorremos a paso veloz los andadores que circundan el lago con todo y sus atajos. Gozo sentir como el sudor emana de mí, me representa vida y salud. A la par de nosotras, otros hombres y mujeres ejercitan su cuerpo y relajan su mente. Algunos en grupo numeroso, otros en parejas y muchos tantos de forma individual, con audífonos o su mirada puesta en el horizonte. Un “buenos días” o una sonrisa son comunes en el trayecto.
También ejercitan su boca. El no parar de conversar y caminar en su mejor versión es la mejor prueba de su buena condición física. Y así, es divertido enterarte al pasar o rebasar a otros caminantes de las tragedias o comedias de la colonia, de “mengana o zutana. De cuantas cosas nos podemos enterar sin buscarlo. Si vives en Mexicali, te invito a acudir en las primeras horas del día, es una experiencia gratificante.
Esta semana falleció Alma Larrañaga, una sinaloense de voz fuerte, clara y carcajada sonora. Trabajar en la SCT me llevo a coincidir con ella. Por elección, convivir y disfrutar de su persona, de su actitud ante la vida y de sus conversaciones ataviadas de sonrisas. Es de valientes ser leal a nosotros mismos y nuestras convicciones. Ella lo fue hasta el último minuto. Descansa en paz Alma. Me quedo con ese consejo que aún atesora mi corazón.
Te invito a aventúrate en la escritura. Escribir es leernos, es escucharnos, es vernos. Cosas interesantes surgen a través de la escritura. ¿Te interesaría participar en un club de escritura? Házmelo saber. “Lo Extraordinario de lo Cotidiano”, un espacio donde cada día es un motivo. Valoro tu tiempo.
*Cachanilla de nacimiento, comunicóloga de profesión, amante del cuerpo por vocación. Crecí análoga, me convertí digital. Asesora en Comunicación, Redactora de Contenidos, Fotógrafa. Mi sitio: gladysvillalobos.wordpress.com/
Cobran, si vas a caminar sl bosque por las mañanas?