De mal en peor
Por César Villalobos López
“Del dicho al hecho hay mucho trecho”, es un refrán popular, muy utilizado por los viejos, y se refiere a la paradoja de que lo prometido no se corresponde con las acciones o camino que el individuo debe de seguir o cumplir para alcanzar su objetivo o lo ofrecido.
A lo largo de muchos años hemos conocido individuos dedicados a la propalación de teorías relacionadas con los problemas del campo, de cómo incrementar la producción y la productividad, la organización de los agricultores, así como otorgando una serie de recomendaciones que, por su complejidad o por su inoperancia, son desechadas por quienes deberían –teóricamente- de aplicarlas.
Por regla general, los expositores de las teorías son individuos ligados a las dependencias gubernamentales y con acceso a recursos disponibles para conferencias y cursos de capacitación en universidades, fondos de garantía o fuentes de crédito, como FIRA, FICIR y el mismo Banco de México.
Estos individuos y/o los despachos de donde provienen, conocen a la perfección la presentación de proyectos de divulgación o capacitación que les permiten recibir recursos económicos de los fondos que, en ocasiones provienen de fuentes internacionales.
Recordamos este tipo de situaciones al leer una serie de recomendaciones del Dr. José Alberto Godínez Placencia, director de Planeación sectorial y seguimiento a la inversión pública de la SEDAGRO, sobre el cultivo del trigo, en especial: Rotación de cultivos, Densidad siembra de 170 Kg/ha, Aplicar el riego de germinación el 8 de diciembre. Es el óptimo, en las parcelas que se tomaron como muestras, El largo de melga que no rebase los 175 metros, Utilizar un total de 284 unidades de nitrógeno en tres aplicaciones, Control efectivo de malezas, Recibir 792 horas frío acumuladas y Alcanzar un índice de vegetación de 0.76.
Sin duda, su teoría es acertada, pero no única.
Opiniones o recomendaciones similares han hecho investigadores del INIFAP, incluyendo la densidad de semilla por hectárea.
Lo que no mencionan, es cuál sería el otro cultivo con el que podrían hacer la rotación, al ciclo siguiente.
Si se tuviera un poco de curiosidad por incursionar en los programas promovidos por sus homólogos anteriores, encontraría una serie de fracasos y hasta hechos de corrupción, por el dispendio de recursos.
En el caso del funcionario de SEDAGRO, le preguntaríamos que hace la dependencia que representa para evitar los riegos de germinación fuera de lo que él llama “periodo oficial de siembra”
Antes de que el manejo del agua cayera en manos de la Comisión Nacional del Agua, la Secretaria de Recursos Hidráulicos operaba el PLAMEPA -Plan de Mejoramiento Parcelario- cuyos técnicos diseñaban y recomendaban lo largo y lo ancho de las melgas, y largo de surcos, tal cual lo menciona el doctor Godínez Plascencia
Respecto a la acumulación de horas frio, no depende de la voluntad del hombre y como autoridad, la ahora Secretaria de Desarrollo Agropecuario, ha sido omisa en exigir, como gobierno del estado, a sus pares federales, la observancia de la normatividad y la aplicación de la ley, lo que le ha convertido en pasivo cómplice de la corrupción en el mal manejo del agua y la indiferencia de los responsables directos.
Entre los actuales elementos de la Sedagro están los incrustados desde años y que lograron convencer a Manuel Valladolid Semanaduras de un buen desempeño, quién de buena fe confía en ellos y les defiende, sin observar el daño que, junto con otros de sus homólogos secretarios hacen a la muy cuestionada imagen de quien en su campaña aspiraba a ser “El mejor gobernador que jamás haya tenido Baja California”.
Varios de los programas manejados por la Sedagro, por más que les justifiquen, son un verdadero fracaso, como la clasificación de huevo, permitiendo que los empresarios avícolas de otras entidades hagan lo que les venga en gana con las etiquetas señalando como huevo AA piezas que no cumplen ni con el tamaño, menos con el peso y permiten la venta por docena, en vez de comercializarlo por kilo.
En Baja California prácticamente desapareció la avicultura, salvo unas cuantas pequeñas granjas que operan paralelamente a las de las grandes empresas de capital foráneo.
En materia de ganadería no existen controles, menos en protección fitosanitaria, posiblemente por falta de recursos y es que han dejado de operar las casetas donde se inspeccionaba el ingreso de productos agrícola y pecuarios a Baja California.
La fitosanidad del valle de Mexicali está en peligro por el ineficiente manejo y operación de programas del Comité Estatal de Sanidad Vegetal, tanto para detectar y combatir plagas, malezas y enfermedades en trigo como en algodón, sin ninguna exigencia del gobierno del estado y menos una exigencia de para clarificar el manejo y destino de los recursos pagados por los productores en general, mismos que son ignorados por los directivos del ese organismo.
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