Cambios, ¿o más de lo mismo?
Por César Villalobos López
El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, desde su inicio ha estado manchado con la imagen de la corrupción, donde además de las dudosas situaciones del Jefe del Ejecutivo y su familia, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes –SCT- y la Secretaria del Medio Ambiente, con su Comisión Nacional del Agua, han sido mayormente señaladas con ese flagelo.
El contratismo en la SCT y la impunidad, sin duda son un signo de corrupción.
Lo mismo ha sucedido en la Comisión Nacional del Agua, especialmente en la zona del Organismo de Cuenca Península de Baja California, donde los funcionarios, obvio, con la complacencia de la dirección general, permitieron que el presidente Enrique Peña Nieto inaugurara una obra que, sin duda alguna, es un monumento a la corrupción, el canal 4 de abril.
Usuarios del agua conducida por ese nuevo canal, al igual que directivos de módulos que reciben el líquido a través de ese canal, se quejan de las deficiencias y más de las obras complementarias, pero solo tienen problemas de riego, pero no formalizan sus quejas como denuncia y aun cuando la autoridad las conoce, prefiere el silencio complaciente que genera impunidad y fortalece la corrupción.
Directivos de módulos con deficiencias en las obras complementarias han gestiones para su regularización, cuando debería de ser el Organismo de Cuenca el promotor de las reclamaciones a las constructoras, haciendo efectiva las fianzas.
En otros casos se utilizan recursos de los módulos para costear las correcciones, o de la S. de R.L. para reponer, con cable acerado, la soga colocada por la constructora en la compuerta del canal 4 de abril.
La llegada de nuevos funcionarios, a partir del 1 de diciembre, da confianza de cambio, pero al mismo tiempo incertidumbre por posible identificación, en el caso de la Comisión Nacional del Agua, con David Korenfeld Federman, de quien asegura continúa manejándola a través de Roberto Ramírez de la Parra.
Para los funcionarios de la Comisión, la preocupación del presidente Peña Nieto, por regularizar concesiones, fue ignorada, al igual que los decretos que emitió dando facilidades para cumplir con ese requisito.
Para poner orden, los que lleguen tendrán que actuar con interés de avanzar hacia mejores metas en el manejo y aprovechamiento del agua, de los recursos del erario y castigando a los malos funcionarios, con la aportación de los datos que les lleven a enfrentar las consecuencias y no los oculten, como ha sucedido hasta la fecha.
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